Luces y sombras en Manchester

Hello everyone. Una estancia profesional es una actividad altamente recomendable para cualquier profesor, ya que nos permite tomar multitud de ideas de un sistema educativo diferente y al mismo tiempo adquirir cierta distancia sobre nuestra labor docente con lo que ello supone de reflexión y de análisis. Debo decir que a la vuelta a mi rutina como profesor de secundaria he llegado lleno de energía y con muchísimo optimismo. Insisto: muy, muy recomendable.

El pasado mes de Marzo estuve dos semanas en Failsworth School, en la localidad de Failsworth, a unos 7 km de Manchester. El colegio está en un entorno socio-económico que podemos considerar medio: no es una zona especialmente rica pero tampoco se trata de un barrio deprimido. Failsworth School es un centro de enseñanza secundaria, la cual allí empieza un año antes que aquí, por lo que los alumnos tienen entre 11 y 16 años. Cuando cumplen 16 y pasan su famoso examen GCSE se trasladan a otro centro, la mayoría a estudiar lo que llaman “College”, es decir, bachillerato.

El centro tiene unos 1500 alumnos y es un edificio muy moderno, con un patio interior cubierto y pasillos que lo rodean para conectar los diferentes departamentos. A diferencia de la mayoría de Institutos españoles, todas las aulas son específicas y están en diferentes zonas para cada departamento didáctico, con lo cual los estudiantes se mueven a lo largo y ancho del edificio en sus distintas horas de clase.

Mi “cuartel general” era el departamento de español, donde he participado bastante en las clases, pero he asistido también a multitud de asignaturas en todos los niveles, si bien, por mi formación, he participado sobre todo en español y música.

Para no extenderme demasiado voy a centrarme en lo que más me ha gustado de la experiencia y en lo que menos.

Lo mejor: el edificio es muy moderno y las instalaciones estupendas. No solo eso, las aulas están muy bien dotadas en cuanto a recursos y las TIC están perfectamente integradas en el día a día. Lo que más me sorprendió en este sentido fue el departamento de música, con 15 ordenadores Apple para los alumnos, cada uno con su teclado Midi, software de edición musical y auriculares para cada estudiante, además de multitud de instrumentos: guitarras eléctricas y acústicas, bajos, baterías, amplificadores, teclados, instrumentos de viento… Curiosamente, algunos alumnos tienen una sesión de 25 minutos a la semana en horario de mañana para recibir lecciones de instrumento pagando un suplemento por ello y con el compromiso de ponerse al día por su cuenta en la asignatura a la que dejan de asistir durante ese rato.

Lo peor, sin ninguna duda, el comportamiento del alumnado. Como en todas partes, hay alumnos más motivados y menos, pero los peores son bastante peores que los que yo he conocido en mis 18 años de experiencia docente en España. Esto ha sido bastante chocante para mí, porque ya había estado trabajando en el Reino Unido, aunque en centros religiosos o privados principalmente. Ahora veo que hay una enorme diferencia entre centros públicos y privados.

Tampoco me gustó el tema del uniforme: debido a que es obligatorio para todos, algunos estudiantes, y especialmente las chicas, utilizan sus propios recursos para destacar en lo que se refiere a su aspecto físico. Concretamente la mayoría acuden a clase muy maquilladas y casi todas con bolsos de marca muy llamativos (los chicos suelen llevar mochila).

En definitiva, la estancia me ha parecido interesantísima y me ha hecho reflexionar mucho sobre las diferencias entre el Reino Unido y España, no solo en lo que se refiere al sistema educativo, sino a la sociedad y las costumbres.

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