Kinross High School

Mi estancia en KINROSS HIGH SCHOOL también llamado LOCH LEVEN COMMUNITY CAMPUS (Escocia) ha sido inmejorable, no sólo por el trato recibido sino por todo lo aprendido en estas dos semanas de convivencia con el sistema educativo escocés. Vengo cargado de ideas y proyectos y me gustaría que se me escuchara, allí donde fuera posible, porque creo que las diferencias entre nuestros dos sistemas son obvias y que teniendo en cuenta que el sistema educativo escocés obtiene excelentes resultados en PIISA, a nosotros nos queda por aprender, y puede ser ahora un buen momento.

Para empezar, en estas semanas se discutía en el Parlamento escocés los nuevos presupuestos que tendrían que ser aprobados, y el de Educación no era precisamente el mayor, pero imagino que sí que es mucho mayor que el andaluz porque en los centros educativos que he visitado, los medios son ingentes comparados con los nuestros. Para empezar, cada profesor tiene su aula, luego los edificios son mucho más grandes y espaciosos. Cada aula tiene su pizarra digital y varias pizarras blancas (lo que más me gustó de Kinross es que están perfectamente adaptadas a la clase, de tal modo que son las puertas de armarios correderas, que se utilizaban para albergar todo el material de los alumnos, libros, diccionarios, etc…), además de moqueta de colores, el mobiliario del aula era muy funcional: mesas cuadradas sin nada debajo, lo que permite el movimiento y la disposición rápida de grupos de trabajo. Las sillas de resina de colores: no pesan, no hacen ruido si se arrastran y se colocan en cualquier posición. No hay percheros ni falta que hace. Pero lo más interesante es que el alumno dispone de todo el material que necesite de manera gratuita: en el aula disponen de folios si no se han traído ese día, de bolígrafos, lápices, los trabajos que van realizando se guardan en carpetas en el aula, los libros, diccionarios, fotocopias… todo lo que van a necesitar o han necesitado se encuentra en ella, además de folios de colores, cartulinas, tijeras, barras de pegamento, lápices de colores…. El aula está viva y además es preciosa, por lo que dan ganas de venir a clase.

La segunda gran diferencia es la organización de los horarios: en Kinross los alumnos empiezan las clases a las 9 de la mañana y las terminan a las 15’30, con un breve descanso entre la segunda y la tercera hora de 10 minutos, y una hora para comer entre la quinta y la sexta. Antes de empezar el día, el tutor recibe siempre a sus alumnos en su aula para darles la bienvenida o explicarles las actividades que hay previstas para la jornada, etc… Lo más importante es que las clases no son de una hora, sino de 50 minutos, y son los chicos los que se desplazan. De este modo, el material nunca se deteriora. Tampoco son muy quisquillosos los profesores con la puntualidad, entendiendo el retraso de algún alumno. Para mantener este horario bien es cierto que todos los profesores entran a primera hora y salen a última, aunque no tengan docencia las siete horas. De modo que el tema de las bajas o guardias recaen sobre las áreas, y son los profesores de las mismas, organizados por el jefe de departamento, quienes tienen que asumirlas. Y debido a que llevan la programación a rajatabla, en el momento que falta un compañero, saben lo que estaba dando, y por lo tanto, lo sustituyen sin problema. También es verdad que ellos tienen un horario mayor que el nuestro: 22 horas de docencia y 35 presenciales, pero su sueldo también es el doble que el nuestro.

Me han gustado muchísimo dos hechos más: uno, la metodología. Está actualizada, es moderna, flexible, basada en tareas, proyectos, trabajos en grupo, pero la lección magistral está prohibida. Es cierto que no avanzan mucha materia en las clases, pero como sus temarios son mucho más razonables y sensatos que los nuestros, pueden permitirse ese lujo de explicar 15 minutos y el tiempo restante dejarlo para actividades. Además, los objetivos y los estándares de aprendizaje se le muestra al alumnado y se le hace partícipe, incluso cada alumno tiene un cuaderno especial para que vaya anotando (y un tiempo dedicado para ello) su autoevaluación por cada uno de los temas que va estudiando en cada materia.

Con todo ello, el nivel de violencia en las aulas es nimio, el nivel de confort es máximo (aunque la calefacción no la enciendan si la temperatura del aula no desciende de 14 grados), la ilusión por aprender, la honestidad con la que se enseña y se aprende, la relación es muy fluida, el respeto es máximo hacia todos y por todo, no hay estrés, todo fluye de una forma muy diáfana y sana. ¡Me ha encantado!

 

Carlos Espejo Muriel, IES Generalife (Granada)