Lycée Eugène Hénaff

Más madera. El asunto de la formación profesional (o cualquiera de sus nombres) nos lleva ocupando en España no pocos años. No solo en España: también en Francia y en otros países europeos se revisa el tema periódicamente, es un clásico pedagógico de nuestro tiempo. En cada nueva mirada al asunto se idea y se implementa una modificación de la regulación para dignificarla; se trata así de evitar que la formación profesional continúe siendo esa especie de recurso de consolación para un alumnado considerado inhábil o impotente. Este es el juego, o la estrategia, a la que oficialmente nos dedicamos desde hace décadas. Vivimos en el problema, damos vueltas al asunto, no parece que encontremos la salida. Y un día damos sin esperarlo con una imagen reveladora, que nos resitúa frente al problema y que en parte lo diluye. Ocurrió precisamente en una de las jornadas de mi estancia, durante las journées des portes ouvertes  del Henaff, al hacer una incursión en los talleres de madera del allí denominado baccalauréat professionnel. Las fotografías acompañan al texto: no es preciso describir lo que en ellas aparece. Por encima de las reformas legales, de los cambios de terminología, el contenido del currículum y de la modificación de las líneas de conexión entre los diplomas, está el presupuesto empleado en montar la infraestructura. Lo primero es el edificio, la creación física de un espacio, y las máquinas, las herramientas, los materiales; lo demás es en verdad bastante secundario. En nuestro país no hay instalaciones de este nivel, tout simplement. Basta con comparar los edificios para adivinar lo que albergan. Un instituto debería ser estar entre los mejores edificios de una ciudad.