La educación en valores es un componente esencial de la formación integral de los estudiantes universitarios para desarrollarse como profesionales competentes y como ciudadanos comprometidos con la mejora de la sociedad. Pero, ¿qué es lo que moviliza a los estudiantes?, ¿cuáles son sus valores de referencia? ¿Cuáles con sus preocupaciones sociales?
El artículo “Identificación y desarrollo de valores en estudiantes universitarios” publicado en el nº 362 de la Revista de Educación, presenta un estudio longitudinal de los valores de los estudiantes de nueve titulaciones de primer y último año de carrera de una universidad española, comparando los resultados obtenidos para, a partir de su identificación, realizar propuestas formativas para su desarrollo. Los datos se han recogido y analizado a partir de una adaptación y validación del instrumento de identificación de valores Hall-Tonna para su aplicación a estudiantes universitarios.
Los resultados obtenidos permiten conocer qué es lo que moviliza a los estudiantes, el estilo de liderazgo que demandan al profesorado y cuál es el que permite un mejor desarrollo hacia la autonomía y la colaboración, así como prever dónde pueden aparecer dificultades y establecer los aspectos de mejora y las habilidades que necesitan para avanzar.
Las prioridades de los estudiantes giran en torno a valores relacionados con el desarrollo de sí mismos. Se van haciendo progresivamente más conscientes de la importancia de estar abiertos a recibir evaluaciones constructivas, que les permitan desarrollarse y tienen interés por disfrutar del aprendizaje y estar informados. Sin embargo, no valoran ni la certificación, ni el conocimiento como tal, ni la investigación.
Sienten interés y preocupación por la igualdad entre las personas, por la búsqueda del sentido de la propia existencia y, algunos grupos, por valores considerados fundamentales, tales como la honestidad personal y la responsabilidad ética, pero no eligen entre sus prioridades la dignidad o la justicia, lo que puede conllevar cierta dificultad para el compromiso ético y social.
Los perfiles de valores indican que los estudiantes tienen dificultades para sentirse competentes, así como para situar eficazmente su rol como aprendices y ver la promoción y generación de conocimiento como una de las finalidades propias de la universidad.
La perspectiva más amplia del mapa de valores se desarrolla en la Tabla III (mapa de valores) del artículo, que permite confirmar los resultados mencionados.
En cuanto a las habilidades, los estudiantes necesitan desarrollar habilidades interpersonales y sistémicas. Hay diversidad en el tipo de liderazgo que se demanda al profesorado, desde la dependencia hasta la autonomía y la colaboración.
Teniendo en cuenta los resultados del estudio longitudinal, las recomendaciones que se derivan del mismo y las experiencias desarrolladas hasta ahora con distintos colectivos, se realizan una serie de propuestas de trabajo docente para que el profesorado universitario favorezca el desarrollo de valores, desde los perfiles de entrada hacia los perfiles deseados.
El artículo completo puede consultarse en Revista de Educación, 362.
Itziar Elexpuru, Lourdes Villardón y Concepción Yániz. Universidad de Deusto. Facultad de Psicología y Educación
Fuente imagen de cabecera: Flickr de la University of Salford
Basta con analizar los saberes que se consideran fundamentales y la forma en que se transmiten para deducir la concepción del ser humano que tiene una sociedad, para tener una idea bastante aproximada de cuáles son sus prioridades. Así encontramos civilizaciones que han primado lo espiritual sobre cualquier otro tipo de inquietud o necesidad humana, y otras que han antepuesto la subsistencia y la satisfacción de las necesidades materiales sobre las manifestaciones artísticas o místicas, o que han concedido mayor importancia al arte que a la religión o la tecnología.
Todas ellas tuvieron su momento de grandeza, aquel de máximo desarrollo de la opción elegida. Valgan como ejemplos la seguridad y el bienestar material logrados por el Imperio Romano, el esplendor artístico de la Grecia de Pericles o la espiritualidad que impregnó la Baja Edad Media y se plasmó en la construcción de las catedrales. Todas ellas, también, declinaron y desaparecieron víctimas de sus excesos, del desprecio o la poca atención a los otros componentes de lo humano.
Esto debería hacernos reflexionar sobre nuestra sociedad y su futuro, sobre la ideología que la soporta, que no ve más allá del aumento de comodidades y seguridades, la acumulación de cosas y la preservación y prolongación de la vida. Una sociedad cuya cosmología carece de trascendencia y de poesía, que concibe al ser humano como un accidente afortunado en una evolución ciega, en una batalla perdida contra el triunfo final de la entropía. Una sociedad que sacia pero que no alimenta, que entretiene pero no satisface, que alegra pero que no proporciona la felicidad.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/ni-celeste-ni-terrestre
Muchas gracias Enrique por tu aportación. Es de agradecer que personas tan reflexivas aporten su visión y conocimiento a un tema tan interesante.