El probable fracaso escolar cuando se vive en la pobreza. Una realidad intolerable

Vivimos una época convulsa en la que las desigualdades crecen[1] y el número de familias en nuestro país que se encuentra bajo el umbral de la pobreza se incrementa de manera alarmante (FOESSA, 2013). Aumenta, por tanto, el sufrimiento de las personas, a quienes finalmente se les atribuye la responsabilidad de la realidad que padecen en la actual crisis.

En lo referente al fracaso escolar ocurre un fenómeno similar: el alumnado en situación de desventaja sociocultural sufre la contrastada realidad de encarnar grandes cifras de fracaso y abandono temprano a la vez que es insistentemente culpabilizado de su situación. Son tildados de malos alumnos y alumnas, porque no obedecen, generan conflicto y no aceptan el rol asignado por la escuela. Algo que no explican PISA ni otras pruebas estandarizadas, que obvian las diferencias y las desigualdades con la obsesión de medir y comparar lo incomparable. El alumnado, las escuelas, los contextos próximos, las regiones y las culturas no son iguales, pero se comparan sin reparos en las evaluaciones internacionales que acaparan toda nuestra atención.

Por esta razón, es necesario adentrarse en lo que la estadística no alcanza: entender qué significa vivir el fracaso escolar al que se ve sometido buena parte de la población en edad escolar que vive bajo el umbral de la pobreza. Profundizar en cómo un chico procedente de un contexto deprimido se va enredando en situaciones que dificultan y limitan su desarrollo, así como el papel fundamental que la escuela juega en el proceso.

Una historia de vida puede desvelar el modo en que la institución escolar interacciona con un chico, y mostrar los impedimentos que dificultan que el alumnado en desventaja sea incluido en el sistema social. La escuela es, a menudo, otra piedra en el camino, en lugar de constituir un recurso para promover la igualdad de oportunidades.

La vida bajo el paraguas de la pobreza y la marginalidad es básicamente una vida dura, demasiado intensa y muy condicionada material y culturalmente. Tanto es así que contar con las características para el éxito escolar no resulta suficiente. La escuela no conecta con los intereses y necesidades de chicos que viven la urgencia del momento. Por tanto, el problema desborda a la persona, a pesar de que se insista en responsabilizar por completo al alumnado de su destino social y educativo. Las relaciones de clase siguen siendo claves para entender cómo se produce el fracaso y cómo se genera la identidad desde posiciones en desventaja, porque la cultura escolar, las metodologías, la organización, etc. no son neutrales: benefician a unos y perjudican a otros. Y en este contexto, la desigualdad es percibida y contestada por el alumnado dentro y fuera de las aulas, tomando posición en los procesos de exclusión a los que se ven sometidos. Muchos de ellos se declaran guerreros en lucha contra una acción estigmatizante y exclusora de diferentes agentes institucionales: profesorado, educadores, psicólogos, policías, guardias, jueces… Así, aceptan su estigma por oposición a éstos: se convierten en “los malos”, pero esto es también una posición de resistencia en la que se reafirman a sí mismos para luchar contra el destino social que las instituciones les deparan. Definitivamente, las escuelas necesitan cambiar.

Este texto hace referencia al artículo: Sin suerte pero guerrero hasta la muerte: Pobreza y fracaso escolar en una historia de vida, publicado en el número 363 de la Revista de Educación.

 Ignacio Calderón Almendros. Dpto. Teoría e Historia de la Educación. Universidad de Málaga

Fuente imagen de cabecera: Francisco J. Martínez Adrados. Banco de imágenes y sonidos del INTEF


[1] Dos fuertes informes internacionales apuntalan esta afirmación:
OECD (2008), Growing Unequal?: Income Distribution and Poverty in OECD Countries, OECD Publishing.
ILO (2008), World of Work Report 2008: Income Inequalities in the Age of Financial Globalization. International Institute for Labour Studies (International Labour Organization), Geneva.