Cómo asesorar a los alumnos para el acceso a la universidad

En los últimos años diversos estudios empíricos realizados en Estados Unidos han puesto de manifiesto que muchos alumnos que tenían un expediente académico bastante aceptable en el instituto no lograban acceder a las universidades que solicitaban e incluso muchos ni siquiera llegaban a matricularse en ninguna universidad. Ante este problema, se han puesto en marcha distintos programas sin ánimo de lucro que tienen por objeto asesorar a los alumnos en el proceso de preparación para el acceso a la universidad.

Una de estas iniciativas es el programa “College Possible”, cuyo impacto ha sido objeto de análisis en un reciente estudio realizado por el profesor de la Universidad de Harvard Christopher Avery, publicado por el NBER bajo el título “Evaluation of the College Possible Program: Results from a Randomized Controlled Trial”. Este programa se desarrolla durante los dos últimos años de instituto y está dirigido a alumnos con rentas bajas, a los que se les ofrecen clases de apoyo para ayudarles preparar las pruebas de acceso a la universidad (SAT y ACT), se les proporciona asistencia en la selección de centros y se les asesora en la preparación de las solicitudes de acceso. Cada alumno participante en el programa recibe un total de 320 horas de este servicio por las cuales no tiene que pagar nada, basta con que colaboren en servicios sociales durante un mínimo de ochos horas al año.

La existencia de un número de solicitudes que supera el número de plazas ofertadas hace posible el diseño de un ensayo aleatorio controlado en el que se compara el desempeño de alumnos con características muy similares, distinguiendo entre los que fueron admitidos en el programa y los que no. Este tipo de experimento, muy poco habitual en el sector educativo, se asemeja a los ensayos clínicos realizados en el ámbito sanitario, en los que para comprobar si un tratamiento funciona se comparan los efectos que tiene su suministro sobre unos sujetos en comparación con otros a los que no se les proporciona (o se les proporciona un placebo). En el caso de este programa, el grupo de tratamiento serían los alumnos participantes en el programa mientras que el grupo de control estaría compuesto por los alumnos excluidos.

Los resultados obtenidos en el estudio indican que la participación en el programa tiene un efecto significativo sobre la probabilidad de ser admitidos en el programa universitario solicitado, así como en el número de matrículas efectivamente realizadas, especialmente en programas universitarios de cuatro años considerados como competitivos[1], que son los que facilitan un mejor acceso al mercado laboral y salarios más elevados en el futuro. Concretamente, las estimaciones realizadas utilizando diferentes enfoques econométricos valoran el incremento de las tasas de matriculación en programas de cuatro años entre un 15 y un 20%.

Sin embargo, los resultados del estudio empírico realizado ponen de manifiesto que las clases de apoyo que reciben los alumnos del programa durante los dos últimos años de instituto no les sirven para obtener mejores notas que los alumnos que no participan en el mismo. Este fenómeno lleva a los autores a suponer que los alumnos que no participaron en el programa recurrieron a otros mecanismos de apoyo una vez que fueron excluidos del mismo.

Imagen de cabecera: Simón Florez

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[1] La clasificación de los centros universitarios según su nivel de competitividad está basada en los rankings Barrons (http://www.barronspac.com/).