Fuente: NBER
Incrementar las horas de clase que reciben los alumnos es una de las cuestiones presentes en el debate educativo actual acerca de qué políticas o prácticas podrían mejorar el rendimiento académico de los alumnos. Sin embargo, existe escasa evidencia empírica sobre la verdadera relación causal entre el tiempo de instrucción escolar y los resultados académicos. Esta escasez se asocia fundamentalmente a dos cuestiones. Por un lado, la dificultad de aislar los efectos del tiempo de clase del resto de factores escolares que también afectan y explican los resultados académicos. Por otra parte, la presencia de problemas de selección también conduce a la sobreestimación o subestimación de la verdadera relación entre el tiempo de instrucción y los resultados.
Por ejemplo, si se aumentan las horas de clase con el fin de compensar a los alumnos con bajo rendimiento y efectivamente éstos mejoran sus resultados pero sin llegar a igualar a los alumnos aventajados, la estimación del efecto del tiempo de instrucción mediante la correlación simple de estas variables resultará sesgada. Por tanto, a priori no es posible establecer mediante la correlación simple entre el tiempo en clase y el rendimiento si se sobreestima o subestima la relación causal que existe efectivamente entre estas variables. Son necesarios métodos de análisis más rigurosos que permitan aislar el efecto de otras variables y controlar posibles problemas de selección.
En este sentido, una reciente investigación “Instruction time, Classroom Quality, and Academic Achiement” [1] llevada a cabo por los profesores S. Rivkin y J. Schiman, aporta nueva evidencia acerca de esta relación causal. Los autores, a partir de la información proporcionada por PISA 2009 y siguiendo la metodología propuesta por Lavy (2010) [2], utilizan un modelo de datos de panel donde analizan la varianza en el tiempo de instrucción intra-escolar entre asignaturas de un mismo curso (matemáticas y lengua) y entre cursos de una misma asignatura (noveno y décimo curso) para identificar los efectos sobre el rendimiento académico. Esta metodología permite así mitigar los posibles sesgos de estimación comentados previamente.
El análisis empírico evidencia que el rendimiento académico de los estudiantes mejora moderadamente con el tiempo de instrucción, y lo hace más si se mide a través del número de clases a la semana que a través del total de minutos semanales impartidos. Esto indicaría que los rendimientos del tiempo adicional decrecen más rápido cuando se extiende la duración de las clases que cuando se incrementa el número de clases semanales. Sin embargo, tal vez el resultado más interesante del análisis desde el punto de vista del diseño y ejecución de políticas educativas surge cuando los autores incorporan en el modelo la calidad del aula o el ambiente de clase [1] para investigar si existe heterogeneidad en los efectos del tiempo de instrucción. En efecto, esta variable resulta altamente significativamente en las estimaciones. Este resultado evidencia que realmente lo que afecta al rendimiento académico es la cantidad de horas efectivas de clase dedicadas a actividades de enseñanza-aprendizaje y no el tiempo que pasan los alumnos en clase. Si los alumnos presentan comportamientos conflictivos o las relaciones entre éstos y sus profesores están deterioradas, difícilmente se aprovechará el tiempo adicional de clase, ya que el profesor deberá invertir más tiempo en crear un entorno disciplinado que permita llevar a cabo las actividades de enseñanza propiamente dichas.
Este resultado podría explicar, en parte, por qué países como España que dedican más tiempo lectivo al año que la media de la OECD y la UE, no obtienen mejores resultados. Los alumnos españoles en la primera etapa de Educación Secundaria tienen 1.050 horas más de clase al año mientras que un alumno finlandés tiene 856, sin embargo los resultados académicos de éstos últimos son considerablemente mejores [2]. Es decir, que el tiempo de instrucción en las aulas es mejor aprovechado por los alumnos finlandeses que por los españoles.
Este nuevo estudio proporciona evidencia de que parte de ese mejor aprovechamiento del tiempo lectivo se explica por disponer de un ambiente propicio para el aprendizaje dentro del aula. Por tanto, a la hora de debatir acerca de si más o menos horas lectivas sería prudente tener en cuenta en cada caso las condiciones previas escolares y en particular, la calidad o clima del aula. En un contexto de restricciones presupuestarias como el actual, y teniendo en cuenta el coste que tiene incrementar el tiempo lectivo, cabe preguntarse ¿No sería tal vez más eficaz y eficiente invertir en mejorar el clima escolar en las aulas que en extender el horario lectivo?
Gabriela Sicilia (UCM. Fundación Europea Sociedad y Educación)
Imagen de cabecera: Juan Carlos Mejía. Flickr INEE
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[1]La variable calidad del aula está construida aplicando análisis factorial a partir de la información que proporcionan los directores de los centros acerca del comportamiento de los alumnos y de la relación alumnos-profesores. El índice resultante varía entre 1,2 y 4,7 con una media de 3,45.
[2] Informe Español “Panorama de la Educación. Indicadores de la OCDE 2013”. http://www.mecd.gob.es/inee/
[2]Lavy, V. (2010) “Expanding School Resources and increasing Time on Task: Effects of a Policy Experiment in Israel on Student Academic Achievement and Behavior”. WP 18369. NBER. http://www.nber.org/papers/w18369
No se trata tanto del número de horas como de la forma en que se emplean.
De entre todas las organizaciones posibles, la distribución de los alumnos en grupos estables e independientes y el reparto del tiempo en sesiones de una hora es la más extendida y, aparentemente, la que mejor funciona. También es la única que conocemos, por lo que nos resulta difícil concebir o desenvolvernos fuera de ella. Sin embargo hay otras.
Por ejemplo, imaginemos que en una escuela, además de aulas, hubiera otro tipo de espacios: talleres, patios, porches cubiertos, rincones y otros lugares donde encontrarse. Imaginemos también que, en algún momento del día, la circulación por estos espacios fuera libre; es decir, que cada cual pudiera decidir dónde quería ir según lo que se estuviera haciendo en cada uno de estos lugares: construir, leer, hablar en inglés, ensayar una obra de teatro, escribir cuentos, resolver acertijos matemáticos o cualquier otra actividad que se hubiera considerado necesaria dentro de un diseño educativo.
http://www.otraspoliticas.com/educacion/sobre-tiempos-y-espacios
Totalmente de acuerdo Enrique, gracias por tu contribución. Para actualizar y ampliar información, dejo por aquí dos enlaces muy interesantes:
Objetivos de la Educación 2020: http://www.mecd.gob.es/dctm/inee/indicadores-educativos/objetivos20202013.pdf?documentId=0901e72b8181d4fa
Panorama de la Educación 2014 (saldrá el próximo jueves en este link): http://www.mecd.gob.es/inee/Ultimos_informes/Panorama-de-la-Educacion-2014.html
Sistema Estatal de Indicadores de la Educación 2014: http://www.mecd.gob.es/inee/sistema-indicadores/Edicion-2014.html
La cuestión que una y otra vez se debate en nuestro país sobre la calidad de la educación y los pésimos resultados obtenidos en las evaluaciones internacionales, por ejemplo, PISA, teniendo en cuenta que el alumnado español asiste a un mayor número de horas lectivas es en este artículo aclarado. No se trata de más y más horas lectivas, ni siquiera de aumentar poco a poco la duración de una clase… se trata de apostar por una enseñanza de calidad, por alejar los problemas disciplinarios de las aulas y dedicar, de veras, un tiempo real al aprendizaje activo en el aula.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que el alumnado llega, además, muy cansado a las últimas horas lectivas y muchas veces no se tiene en cuenta a la hora de la planificación de sus horarios que determinadas asignaturas instrumentales no deben impartirse en el peor tramo lectivo o que una misma asignatura no puede ser impartida siempre en la misma franja horaria porque se cuenta, entonces, con una desventaja significativa y un alumnado predispuesto al fracaso académico.
Y, por otro lado, habría que cuestionar determinadas políticas educativas que dejan a asignaturas instrumentales como la Lengua en un mínimo de horas lectivas (3, por ejemplo, en 4º ESO) igualándola a asignaturas que no tienen dicho carácter instrumental. Si queremos que el alumnado aprenda, sería fundamental que su base sea sólida.
Me ha encantado este artículo. Últimamente tengo la impresión de que los gobiernos quieren mejorar los resultados, simplemente aumentando el número de horas lectivas por alumno. En mi opinión, es un error. El alumno que tiene problemas de matemáticas, no va a mejorar por recibir 5 horas en vez de 4 a la semana. Lo mismo con el resto de disciplinas. Sería mejor mejorar la calidad de las clases reduciendo el número de alumnos por grupo, o dotando al profesorado de los recursos indispensables para la impartición de las clases.
Y EDUCAR a l alumnado en la autonomía personal. Después de las clases, hay que afianzar conocimientos, y no hay otra forma de hacerlo más que sentándose a repasar y asegurándose de haber comprendido lo aprendido en las clases de la mañana.
Pero para los gobiernos siempre es mejor la decisión más fácil. El aumento de horas lectivas de materias como legua o matemáticas, deja sin clases de música, que desarrollan la creatividad, la autonomía, fomentan las relaciones sociales y el aprecio a la cultura y el arte, y un largo etcétera. Me parece inadmisible!