La escuela tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los alumnos y su disposición hacia el aprendizaje y la vida en general.
Los estudios longitudinales indican que los resultados de los alumnos en la prueba PISA tienen una relación directa con el grado en que estos se desenvolverán posteriormente en la vida. Sin embargo, el éxito y el bienestar en la vida también dependen del grado de evolución que los estudiantes hayan logrado en el plano social y afectivo.
Es más probable que los alumnos se sientan felices en la escuela…
PISA 2012 hizo una valoración de la felicidad de los alumnos en la escuela. Para los jóvenes de 15 años el centro educativo es un entorno social fundamental, por lo que estas valoraciones subjetivas son un buen indicador de la capacidad de los sistemas educativos para fomentar el bienestar general de los alumnos.
En los países de la OCDE, el 80% de los alumnos estuvo de acuerdo o totalmente de acuerdo con la afirmación «Me siento feliz en la escuela». El porcentaje más elevado se observó en Albania, Indonesia y Perú, y el más bajo en Corea, República Checa y República Eslovaca. Los alumnos de Bélgica, China Taipei, Hong Kong-China, Japón, Liechtenstein, Shanghai-China, Singapur y Suiza refirieron unos niveles de felicidad en la escuela superiores a la media, al mismo tiempo que exhibieron un rendimiento por encima de la media en matemáticas.
¿De qué modo pueden los sistemas educativos ayudar mejor a profesores, directores y familias en su esfuerzo por promover tanto el rendimiento académico como el desarrollo social y afectivo adecuado de los alumnos? ¿Está el éxito académico vinculado intrínsecamente al estrés y, por tanto, a un menor placer por aprender?
…cuando tienen una buena relación con sus profesores.
PISA revela que las relaciones positivas y constructivas entre alumnos y profesores están asociadas a un mejor rendimiento en matemáticas. Esto puede ser un instrumento clave a través del cual los centros educativos fomenten el bienestar social y afectivo de los escolares.
En promedio, en los países de la OCDE, cuando se compara a alumnos de entornos socioeconómicos y rendimiento en matemáticas similares, aquellos que afirman disfrutar de buenas relaciones con sus profesores señalen estar contentos en la escuela, sentirse integrados y estar satisfechos con su centro.
En los centros donde las relaciones profesor-alumno son mejores también es menos probable que los estudiantes afirmen haber llegado tarde a la escuela, faltado a clase o no haber ido algún día durante las dos semanas previas a la prueba PISA.
La escuela no solo está para adquirir conocimientos específicos de las materias escolares.
Según PISA la mayoría de los alumnos estudia en centros donde los profesores creen que el desarrollo social y afectivo es tan importante como la adquisición de conocimientos y destrezas específicas de las distintas asignaturas.
En el cuestionario del centro en PISA 2012 se preguntó a los directores de los centros si estaban de acuerdo con la afirmación «Los profesores de mi centro piensan que el desarrollo social y afectivo de los alumnos es tan importante como su dominio de las destrezas y conocimientos matemáticos». La finalidad de esta pregunta era determinar hasta qué punto los directores creen que el objetivo de favorecer el desarrollo social y afectivo de los alumnos está tan valorado por un grupo de profesores como la adquisición de las destrezas y competencias específicas de las materias escolares.
En general, la mayoría de los alumnos de los países y economías participantes en PISA asiste a centros donde los directores creen que los profesores de matemáticas valoran el desarrollo social y afectivo de los alumnos tanto como la adquisición de destrezas matemáticas. Como media en los países de la OCDE, el 71% de los estudiantes acude a centros cuyos directores así lo afirman. Sin embargo, el promedio de la OCDE esconde grandes diferencias entre los países y economías. En concreto, este porcentaje suele ser más bajo en los países de la OCDE que en los países y economías asociadas, tanto si obtienen buenos como malos resultados. Islandia y Polonia son los únicos países de la OCDE donde más del 90% de los alumnos estudia en centros cuyos directores creen que los profesores de matemáticas valoran el desarrollo social y afectivo tanto como la adquisición de destrezas matemáticas. En 6 países de la OCDE, menos del 60% de los alumnos acude a este tipo de centros.
En resumen:
El rendimiento académico alcanzado a expensas del bienestar de los alumnos no es un logro plenamente satisfactorio. PISA revela que casi todos los profesores y directores reconocen que el desarrollo socioafectivo de los estudiantes es tan importante como el dominio de las materias escolares. Las buenas relaciones entre profesores y alumnos juegan un papel fundamental en dicho desarrollo y en la actitud de estos últimos hacia el aprendizaje. Cuando los alumnos tienen una buena relación con sus profesores, tanto su rendimiento académico como su sentido de pertenencia al centro salen beneficiados.
Adaptación por José Juan Saiz García (INEE)
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Si las buenas relaciones constructivas entre las personas afectan positivamente a la calidad y al bienestar de una relación cordial, ¡cuánto más entre una relación excelente entre el profesorado y su alumnado!
Si un alumno se siente reconocido por su profesor, tendrá una predisposición a atender de forma positiva las actividades de estudio planteadas por su profesorado, independientemente de la materia que imparta. Si así ha quedado demostrado por los resultados de las pruebas internacionales, y la mayoría de directores y profesores son conscientes de esta realidad, es necesario y urge que, en todos los claustros de los centros, se haga hincapié en este factor clave del éxito educativo de nuestro alumnado.
Tal y como se señala en el artículo, las relaciones entre docente y discente afectan al desarrollo socioafectivo del alumnado y a su actitud hacia el aprendizaje. Cuando hay una buena relación entre el profesorado y el alumnado se entrará en un círculo virtuoso. El alumno estará más implicado en su propio proceso de aprendizaje, lo que aumentará su rendimiento y, por tanto, logrará una mayor satisfacción que nuevamente generará una implicación positiva del estudiante.
Por otra parte, si el alumno tiene una mala relación con el profesor, el alumno no se implicará tanto en el proceso de aprendizaje, lo que, con toda probabilidad, provocará unos malos resultados académicos que, a su vez, conllevará a la baja autoestima del alumno y se entrará en otro círculo, en este caso vicioso.
Por lo tanto, debemos fomentar las buenas relaciones entre profesores y alumnos (y diría más, entre escuela y familias), y las metodologías activas que desarrollen la afectividad de los alumnos. Por último, finalizaré citando a Benjamin Franklin: «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo».
Este artículo me ha parecido muy interesante por la conclusión tan importante y a la vez tan ignorada en nuestra sociedad: la relación de los docentes con los alumnos es un importante predictor del éxito académico de los alumnos.
Este resultado no debería extrañarnos si tenemos en cuenta una de las principales naturalezas del ser humano: somos seres sociales, y las relaciones con los demás resultan de gran necesidad para las personas.
Los gobiernos y las familias deberían reflexionar sobre este dato, y tomar medidas. Si los profesores no se sienten respetados, valorados y apoyados por las administraciones y las familias, difícilmente estarán en condiciones de poder establecer una relación afectiva con los alumnos que facilite su aprendizaje en todos los aspectos.
De acuerdo totalmente con las ideas transmitidas en el artículo. Una buena relación profesor-alumno aumenta considerablemente el buen concepto, la confianza en las capacidades y es un elemento motivador para el alumnado. Igualmente creo que estas relaciones óptimas habría que ampliarlas con los padres, pues en definitiva los objetivos son compartidos y el trabajo se torna colaborativo para lograr el fin perseguido.
Por otra parte, y dado que los centros educativos no están sólo para impartir conocimientos, sino para formar a los futuros adultos de una sociedad, el aprendizaje en habilidades sociales y en la interacción mediática son pilares fundamentales en la formación del individuo. Y,… estas… son aprendidas.
El desarrollo de la inteligencia emocional y el formar ciudadanos competentes en la misma,estaría bien no sólo implementarlas en los centros, sino evaluarlas en pruebas nacionales e internacionales como una materia más de la aprovechar los resultados para conocer la realidad en los diferentes países y realizar programas de mejora en los mismos.
Sin duda, una relación positiva y de cercanía profesor-alumno facilita enormemente el aprendizaje. En la tarea docente, la accesibilidad del profesorado es fundamental para que el alumno sienta la libertad de acercarse al profesor sin temor alguno.
Me parece muy interesantes este artículo, creo que debería ser analizado en profundidad en los centros educativos. Estoy absolutamente de acuerdo en la importancia de las relaciones humanas en el ámbito escolar y especialmente de las relaciones entre profesor y alumno. La figura del profesores es en mayor o menor grado una persona significativa para el alumno. Jugando un papel primordial no sólo en la adquisición de competencias académicas sino también en la adquisición de habilidades y destrezas sociales.
Tengo la suerte de trabajar en un centro que desde el claustro de maestros estamos convencidos de la importancia de la relación maestro alumno, del refuerzo positivo y de lo fundamental del trabajo de las habilidades sociales. Y ciertamente, este compromiso y creencia del profesorado se ve absolutamente refelejado en el rendimiento académico.
Este artículo me ha parecido muy interesante. Desde mi punto de vista, una buena relación profesor-alumno es fundamental para logra mejores resultados, no solamente en matemáticas, si no también en el resto de áreas; mejorando así el éxito educativo y la calidad de la enseñanza, como demuestran los estudios y cuestionarios a los que se hace referencia.
Sin olvidarnos tampoco que el objetivo principal es la formación integral del alumno, abarcando los campos socio-afectivos.
Es interesante descubrir cómo la relación profesor-alumno afecta tan positivamente en los resultados académicos de nuestros estudiantes. Esta conclusión conlleva a replantearse cómo establecer dicha relación entre personas de diferente edad y grado de madurez. En mi humilde opinión, considero que el trato profesor-alumno debería desarrollarse sin olvidar que dicha relación no se establece sobre la base de simpatía mutua, afinidad de caracteres o de intereses comunes, y que el profesorado debería responder a la intensidad, variedad e irracionalidad de las reacciones, de los comportamientos, de las actitudes y de las motivaciones de los alumnos, con paciencia, ecuanimidad, prudencia y exigencia en su actuar, en sus juicios y en las manifestaciones de su carácter.
«El desarrollo social y afectivo es tan importante como la adquisición de conocimientos y destrezas específicas de las distintas asignaturas» Es evidente que las emociones juegan un papel muy importante en nuestros estudios y nuestro aprendizaje, en todas las etapas de la vida. También condicionan la forma en que cada uno de nosotros establecemos nuestras relaciones con los demás y con nosotros mismos. Así pues, en el campo educativo, los docentes debemos conocer y apreciar nuestras actuaciones y que sirvan para favorecer las situaciones de aprendizajes significativos.
Me parece muy interesante este artículo, todos tenemos recuerdo de nuestros profesores que, incluso,nos han influido a la hora de elegir una carrera.
Pero tampoco hay que perder de vista el rol que nos corresponde a cada uno, ser un profesor cercano no significa ser «coleguita» de nuestros alumnos.
En este trato también es importante la estabilidad de la plantilla de los centros. Como profesora interina que va de un centro a otro, he podido comprobar que cuando los alumnos te conocen, aunque solo sea de vista, de años anteriores, es más fácil esa relación que va más allá de las horas que compartimos en las aulas y el alumno está más predispuesto a darte su confianza.
Es un artículo interesantísimo. Es claro que las buenas relaciones socioafectivas mejoran el rendimiento. Si lo ponemos en términos empresariales la teoría de Herberg ya había demostrado el incremento de la productividad de los trabajadores por factores sociales y afectivos.
Lo difícil es saber donde está el limite de la responsabilidad del profesor y «el amiguete». Es muy difícil saber donde está esa línea que delimita estos dos extremos. Como bien expone una frase de aristóteles «Cualquiera puede enfadarse, eso es muy fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, eso ciertamente, no resulta tan fácil.». ¿Dónde ponemos el límite? Como todo en la vida, buscar el equilibrio es lo realmente difícil.
También reflexionando sobre el tema, yo personalmente en mi vida de estudiante he tenido algunos profesores que en aquellos años «no los aguantaba por su exigencia y rectitud». Hoy en día, con la perspectiva de los años, agradezco ese trato exigente, ya que te hace avanzar en otros aspectos. Como expongo siempre a los alumnos, no hay dos profesores iguales, al igual que no hay dos alumnos iguales, por lo que nos tenemos que adaptar todos a todos, sin comparar. De todos podemos extraer alguna enseñanza.