¿Cómo define PISA a los estudiantes con bajo rendimiento?
Según los resultados de PISA, en los países de la OCDE más de uno de cada cuatro alumnos de Secundaria acaba su escolarización sin haber superado el nivel básico de competencia en al menos una de las tres áreas principales de evaluación en PISA (lectura, matemáticas y ciencias).
El estudio PISA define a los estudiantes con bajo rendimiento como aquéllos cuya puntuación está debajo del nivel 2 en la escala de PISA. El nivel 2 se considera como el de referencia básico para poder desenvolverse plenamente en la sociedad. Los alumnos en el nivel 1 pueden responder preguntas según directrices claras y partiendo de una única fuente de información, pero no son capaces de ejercer un razonamiento más complejo, necesario para resolver muchos de los problemas con los que se enfrentarán en su vida profesional e incluso personal.
¿Qué nos dicen los datos del estudio PISA?
- En 2012, el 24% de los estudiantes de España tuvo un bajo rendimiento en matemáticas (media OCDE: 23%), un 18% en lectura (media OCDE: 18%), un 16% en ciencias (media OCDE: 18%), y un 10% en las tres materias (media OCDE: 12%).
- Un 40% de estudiantes socioeconómicamente desfavorecidos en España tuvo un bajo rendimiento en matemáticas en 2012, mientras que solo un 8% de los estudiantes favorecidos no alcanzó el Nivel 2.
- Un 52% de los estudiantes que han repetido curso en España tuvieron un bajo rendimiento en matemáticas, mientras que sólo un 9% de los estudiantes que nunca han repetido curso tuvieron un bajo rendimiento.
- En 2012, un 43% de los estudiantes de bajo rendimiento en matemáticas en España perdieron un día entero de colegio al menos una vez (media OCDE: 23%); este es uno de los porcentajes más altos de entre todos los países y economías que participaron en PISA 2012.
- En 2012, los estudiantes españoles de bajo rendimiento en matemáticas dedicaron de media 4.7 horas a la semana a hacer deberes (media OCDE: 3.5 horas/semana), mientras que los estudiantes con un rendimiento por encima del nivel básico de aptitud (Nivel 2) dedicaron 7 horas a la semana (media OCDE: 5.3 horas/semana).
- Según una estimación reciente de la OCDE, si todos los estudiantes españoles de 15 años alcanzasen por lo menos el nivel básico de rendimiento en PISA, el PIB de España en 2095 podría ser un 15% más elevado.
Qué pueden hacer los alumnos, los padres, los profesores y la administración pública
Alumnos: asistir a clase con regularidad y puntualidad; hacer los deberes; esforzarse y seguir a pesar de las dificultades; participar en actividades extraescolares.
Padres: animar a sus hijos a que se esfuercen; ofrecerle un lugar tranquilo para estudiar o ayudarle con sus deberes; tener tiempo para comentar lo que ha ocurrido durante el día; participar en las actividades del centro escolar; animar a los miembros de la comunidad a hacer tareas voluntarias o donar recursos para la escuela
Profesores y equipos directivos: tener expectativas altas de todos los alumnos, incluso de los de peores resultados; organizar apoyos para los alumnos que lo requieran; sentirse integrado en el centro escolar y dar ejemplo; ofrecer actividades extraescolares; ser receptivo ante las demandas y animar a los padres a participar en el centro.
Administración pública: identificar a los alumnos y centros escolares de bajo rendimiento y su evolución en el tiempo; elaborar sistemas de diagnóstico precoz y apoyos para los alumnos que lo necesiten; reducir la tasa de repetición; distribuir recursos extra a los centros escolares que concentren estudiantes menos favorecidos; permitir a los profesores desarrollar metodologías y recursos para atender a la diversidad de la clase; garantizar a los centros la autonomía suficiente para que puedan responder a sus necesidades, y evaluar sus medidas y cambios
La evaluación final de Educación Primaria, que se pone en marcha en nuestro sistema educativo este curso 2015/2016 y que no existía en nuestro país, es fruto de las recomendaciones que, desde hace años, lleva haciendo la OCDE en sus informes PISA. Esta evaluación permitirá el diagnóstico de las dificultades de aprendizaje y la orientación e información necesarias para intervenir en los casos de bajo rendimiento escolar. El objetivo es obtener la información que permita tomar las decisiones más acertadas, adaptándolas a las necesidades de cada alumno y centro para personalizar los procesos de enseñanza y aprendizaje y, de esta forma, conseguir la mejora en el rendimiento de los alumnos.
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La educación es la base de la economía. Es nuestro deber mejorar el entorno estudiantil e incentivar un trabajo más práctico para disminuir las barreras entre la época de estudiante y la inserción en el mercado laboral. Una lástima que todavía existan dichas barreras y no existan políticas eficaces para mejorar en todas las áreas a las generaciones futuras.
Al centrarnos en educación obligatoria, el dato de que más de uno de cada cuatro alumnos de los países de la OCDE acaben su escolarización sin haber superado el nivel básico de competencia en al menos una de las tres áreas principales de evaluación en PISA me parece significativo y preocupante, considerando que nos referimos a niveles que garantizan desenvolverse plenamente en la sociedad.
Comprendo la relación existente entre la repetición del curso y la dificultad para alcanzar niveles aceptables pero la conclusión referente a las horas de trabajo en casa tiene demasiadas variables que podrán modificar el análisis.
El dato referente al PIB de España en 2095 me parece un poco intuitiva.
Sobre las posibilidades de trabajo echo en falta el cambio metodológico, establecer puentes entre la escuela y el mundo real, orientar al alumnado a desarrollar competencias mediante otros mecanismos de aprendizaje.
Nuestro sistema educativo es uno de los más equitativos de la OCDE. Esto hace que los alumnos de bajo nivel obtengan unos resultados mejores de los que cabría esperar de acuerdo a sus condiciones socio-económicas. Pero esto no basta, hay que insistir en otras medidas que eviten, por ejemplo, la repetición de curso, algo nefasto para el rendimiento del alumnado.
la repetición demuestra el fracaso de las medidas de apoyo en el centro, del exceso de deberes que no aportan competencias. Todos los sectores deben aportar su granito de arena, pero son las administraciones las más implicadas. Deben impulsar los cambios de metodología en el profesorado, dirigiendo la actividad y la evaluación hacia las competencias y no hacia el conocimiento memorístico. Las evaluaciones externas nos darán una foto de cada uno de los alumnos, pero las medidas deben plantearse a nivel global, con recursos y estrategias que van desde los apoyos en clase hasta los cambios curriculares que permitan implantar y desarrollar metodologías más acordes con las necesidades del alumnado y de la sociedad.
Y aunque estos cambios pueden traer consigo alumnos más competentes según PISA, con un incremento del PIB nacional, no es esta la finalidad. No debemos abandonar la parte humanística, artística, emocional, de nuestro currículo. Las inteligencias múltiples y las nuevas tecnologías nos marcan direcciones que la escuela no puede eludir ni desdeñar.
La base del desarrollo de cualquier país es la educación. Todo los adolescentes deben ser orientados a la inserción en el mundo laboral. La formación no solo debe ser teórica y sistemática sino también práctica. las competencias y destrezas que se intentan desarrollar en el alumnos no solo es una cuestión del profesional de la educación sino que los demás agentes deben estar implicados como es la familia y la administración. Es penoso saber que hay muchas generaciones perdidas en España y a la vez observar que las medidas aún no son las correctas para su solución.
Parece que la equidad y los resultados escolares no van muy a la par, o sea un sistema que desde su ley marco LOE – LOMCE se presupone que va a ser equitativo y que después del análisis de los datos resulta que la brecha social es cada vez mayor…pues tendremos que plantearnos que algo estaremos haciendo mal. En este artículo se dan una serie de recomendaciones que se presuponen, como el valor al soldado: que tengamos unos padres que quieran que estudiemos y que progresemos, que tengamos un sitio cómodo para hacer las tareas y que son los alumnos los que deciden o no ir por el camino del trabajo y del estudio…y eso no es así, desgraciadamente. Es tan sencillo como que en mi propio centro hay niños que no tenían suministro eléctrico en casa, con eso está todo dicho. Desde los centros, con los recursos que se proporcionan, se hace mucho más de lo que se puede hacer , se le proporciona desde la administración las actividades extraescolares o los servicios de comedor y aula matinal…pero no es suficiente. Parece que los centros no pueden ser clasificados con criterios que no den cuenta de su variedad, y por ellos los recursos deben ser distribuidos según esta diversidad…hay centros donde 30 alumnos por clase puede ser una buena media, pero hay centros donde sería imposible atender a ese alumnado…por eso, debemos gastar nuestro recursos ecuanimenente, dar más al que necesite más….Por otro lado, dentro de los centros, incluso de los de mayor ISEC, entornando el MEA CULPA también, debemos propiciar el cambio metodológico: el aprendizaje por competencias, o aprendizaje que enseñe a hacer y resolver…no podemos seguir dando clases como hace 30 años o con los modelos educativos que nos proporcionaron a nosotros…Y termino con la importancia de la formación inicial y permanente del profesorado, es algo básico para la atención del alumnado y que puede propiciar el cambio de perspectiva….un saludo, Paco
No podemos ponernos como meta tener alumnos más competentes en las pruebas PISA sino buscar un cambio global en nuestro sistema educativo que permita potenciar al máximo a cualquier tipo de alumno, lo cual se consigue mediante un proceso de enseñanza – aprendizaje basado en la adquisición de competencias y no en simples contenidos sin funcionalidad alguna. Para ello se necesita un cambio metodológico y curricular que nos permita adecuarnos a la realidad de cada alumno.
El presente artículo nos muestra una serie de datos extraídos del informe PISA que establecen alguna de las causas del bajo rendimiento de nuestros alumnos y las posibles herramientas a implementar para mejorar el grado de aprendizaje de los estudiantes.
El análisis de los datos confirman el panorama desolador en que se encuentra nuestro sistema educativo, planteándose una serie de recomendaciones para cada uno los sectores del sistema educativo, alumnos, padres, profesores y equipos directivos y, por último, la administración pública. Ahora bien, llegado este punto, mi reflexión es la siguiente: todas las conclusiones extraídas en el artículo son fruto del riguroso análisis de una evaluación homogénea y estandarizada de carácter internacional.
Más allá de cuestiones ideológicas, que han impedido la elaboración de una ley de educación de consenso por parte de la clase política, la LOMCE impulsa una evaluación final en 6º de primaria, para “permitir el diagnóstico de las dificultades de aprendizaje y la orientación e información necesarias para intervenir en los casos de bajo rendimiento escolar” con el objetivo de “obtener la información que permita tomar las decisiones más acertadas, adaptándolas a las necesidades de cada alumno y centro para personalizar los procesos de enseñanza y aprendizaje”.
Es sobradamente conocida por todos la enorme resistencia planteada por parte de muchos sectores de la comunidad educativa hacia la realización de una prueba de carácter estandarizada que mida el nivel de desempeño de los alumnos y, por extensión de los centros: que si es segregadora, que si muestra la diferencia entre los centros educativos, que si condicionan el paso de los alumnos a estudios superiores…al margen de cuestiones partidistas, y viendo la situación en la que nos encontramos ¿no es hora de adoptar medidas que permitan analizar, reflexionar, diagnosticar y mejorar nuestro sistema educativo y el nivel de desempeño de nuestros alumnos? ¿No es hora de velar por el interés común más allá de la coyuntura política? Veremos en qué acaba la cosa.
Si nos atenemos al título del articulo, cómo ayudar a los alumnos que se quedan atrás, lo primero que a mí se me ocurre es no repetir en el centro de enseñanza el ambiente social que viven en la calle, si este es desfavorecido. Y eso es lo que ocurre en los centros situados en barriadas marginales. La escuela, los institutos, los colegios deberían ser ascensores sociales en los que, independientemente de la procedencia social, todos los alumnos tuvieran exactamente las mismas oportunidades.
Si en aquellas zonas deprimidas, creamos centros de enseñanza públicos (es difícil encontrar allí uno concertado y mucho menos privado) en los que confluyen todos los alumnos con un perfil socioeconómico y cultural similar, y rebajamos las expectativas académicas de estos alumnos por provenir de donde provienen, y es lo que se está haciendo, es imposible que la escuela consiga su cometido de ascensor social. No es suficiente con invertir más recursos, sino que es necesaria la integración real y completa de estos alumnos.
Como profesor de instituto, mi centro recibe alumnos de diferentes colegios; algunos de estos están situados en zonas donde viven familias de clase media, con cierto nivel cultural y económico. Otros, sin embargo, provienen de una de las zonas más desfavorecidas de la localidad. Aquellos vienen con un nivel académico aceptable y su rendimiento posterior en el instituto suele ser bueno, sobre todo si el alumno se esfuerza y trabaja de forma habitual. Los que provienen de los centros ubicados en las zonas más deprimidas tienen serias dificultades para lograr llegar a 4º de ESO. El porcentaje de alumnos de estas zonas que llega a bachillerato es muy pequeño en comparación con los que provienen de los otros centros.
¿Qué está ocurriendo? Pues parece obvio que los colegios situados en esta zona no están logrando su función, como tampoco los institutos que reciben a estos alumnos. Es muy triste que un adolescente, dependiendo de su lugar de nacimiento, vea mermadas sus posibilidades reales de tener éxito en la escuela. Y ante esto, la Administración no hace nada, aparte de calificarlos como CAEP, mandar más recursos y rebajar los niveles de exigencia. Pero eso no es la integración que estos chicos necesitan.
Luego, algunos se escandalizan que los padres opten por llevar a sus hijos a colegios concertados o privados. Pero no hay más que ver las diferencias entre los rendimientos de quienes están escolarizados en centros públicos de zonas con índices socioeconómico bajo y los de aquellos que lo hacen en otros de titularidad concertada o privada.
Es una verdadera pena que la escuela pública no consiga atraer para sí a la mayoría de los alumnos y les proporcione la mejor formación posible equiparable a la del mejor centro privado.
Hola:
Desde mi punto de vista, habría que distinguir las causa del bajo rendimiento de estos alumnos mediante evaluaciones externas también, teniendo en cuenta su trayectoria de contexto , tanto de capacidad o problemas físico-psíquicos como los sociales y de integración emocional en su realidad. Los docentes podemos colaborar de forma definitiva en muchos casos, siempre y cuando estemos asesorados por un profesional en el tema. En el caso de alumnos con comportamiento «disruptivo», creo que la actuación adecuada del docente en el aula puede ayudar mucho, siempre que sea asesorado por un especialista, claro.
Un saludo,
Isabel Torremocha
Quiero matizar mi comentario diciendo que me refiero a la necesidad de establecer pruebas específicas para detectar las causas del fracaso escolar, ajenas a las generales. Pruebas que busquen detectar las causas reales que llevan a muchos alumnos al fracaso escolar, con el fin de buscar soluciones adecuadas para los «alumnos tipo» que el objetivo de estas pruebas establezca. Muchos de esos alumnos son presas de nuestro sistema y, quizá, podrían suponer la piedra angular de un cambio.
Los resultados porcentajes de alumnos con bajo rendimiento que muestra el artículo, si bien parecen estar en línea con la media de la OCDE, son mediocres y, por tanto, susceptibles de ser mejorados. Existen muchas causas para el bajo rendimiento, como el origen socio-económico, las ausencias…
Los alumnos con bajo rendimiento necesitan una atención más personalizada, la cual actualmente es imposible de conseguir con los ratios de profesor-alumnos por clase que se manejan ahora.
Para mí esa es la clave para la mejora educativa, en este aspecto en particular (la problemática de los alumnos con bajo rendimiento), y en su conjunto (resultados promedio en matemáticas, lectura y ciencias).
Siento sacar este tema aquí, pero aun siendo vital el dotar de ayudas a los alumnos de bajo rendimiento, especialmente a aquellos en los que el entorno es quien les lleva a ese bajo rendimiento, hecho en falta también reflexiones de como deben tratarse a los alumnos de alto rendimiento para que no se encuentren desplazados en unas escuelas donde el que no da problemas no es nadie. Generalmente los alumnos con problemas de aprendizaje son muy visibles, mientras que los de alto rendimiento quedan como ocultos, pues parece que eso es lo normal, cuando en realidad no es así. Y esos niños y niñas también necesitan un tratamiento especial para dotarlos de las herramientas que les permitan explotar su potencial, no solo por su bien, sino también por el del resto de la sociedad.
Conforme he leído este texto, tengo la sensación de que los problemas más significativos se pasan de puntillas. Esperaba una respuesta más perfilada sobre las actuaciones a tomar. Más allá de un recetario de ejemplaridad, según roles. En la mayoría de los casos se podrían sacar «perfiles» tipo de alumnado que puede estar «atascado» en el sistema educativo. Al igual que se han sacado porcentajes, identificar, concretar perfiles, y realizar actuaciones educativas adaptadas a dichas situaciones, desde las administraciones públicas. No menciono exclusivamente a la administración educativa, puesto que considero que barrios, pueblos y ciudades que se encuentren empobrecidas, o en riesgo de exclusión social, no pueden ser atendidas desde una única administración ni en una cohorte de organizaciones que se conformen con hacer lo que protocolariamente esté establecido, pero no se produzcan resultados de mejora significativos, pues en muchos casos, los barrios marginales lo llevan siendo decenas de años y el sistema educativo no ha actuado como sistema de igualdad de oportunidades. Por lo tanto, un artículo muy tecnocrático, nada resolutivo ni respondiendo a lo que da a entender con el título.
Por otro lado, me ha llamado la atención el dato de que «sólo un 9% de los estudiantes que nunca repitieron obtuvieron bajo rendimiento». Para mí significa que en general, sólo «1 de cada 10» de los que aprueban han dado mal resultado, con lo que es un éxito de cómo funciona la evaluación reglada en los centros educativos. Quizás, haya una parte del esfuerzo de las pruebas externas que podría dedicarse a observar o contrastar otras partes del sistema.
Los datos están claros, más de uno de cada cuatro alumnos de Secundaria acaba su escolarización sin haber superado el nivel básico de competencia en al menos una de las tres áreas principales de evaluación en PISA (lectura, matemáticas y ciencias).
¿Qué deberíamos hacer para mejorarlo? Este punto debería ser crucial para poder atajarlo. Dentro de las soluciones que nos dan, son cosas muy obvias pero algunas no se cumplen. Una cosa de la que no se habla es el continuo cambio de la legislación española, lo cual no ayuda nada al sistema educativo. Debería de existir un consenso para poder establecer una educación de calidad y unos recursos adecuados.
Un chico con «malas» notas no es un aparato deficiente que de repente con 16 años acabamos de identificar. La nota no define a un ser humano. ¿Y la educación a la que le hemos estado sometiendo desde pequeño? ¿Qué partes de ese niño no han ido desactivándose año tras año improductivo, hasta llegar a ese supuesto fracaso a los 16 años? ¿Y los inspectores de educación? ¿Pasaban por allí? ¿Cuáles son sus opiniones sobre todo esto? Me gustaría ver sus informes sobre colegios que conozco en barrios muy desfavorecidos, cuando llegan llamando la atención sobre las malas notas medias del centro, y no atienden a razones cuando los directores/as les piden que les cuenten el secreto de sacar buenas notas con tanta familia desestructurada. Hay que ser VALIENTE para cambiar esto, cada uno en su entorno. Es IMPOSIBLE cambiarlo de golpe a nivel nacional. Y es IMPOSIBLE que lo hagan profesores individuales y valientes por su cuenta (que los hay, y no pocos) sin el apoyo de sus compañeros de claustro. Esto depende de que la dirección de un centro educativo sea valiente y decida marcar la diferencia y se rodee de «profesionales de la docencia» comprometidos con ese cambio … ese cambio que todos esperamos que venga «otro» a poner en marcha. Y que ese grupo de docentes, en su propio centro, tire de todos los demás: de los chicos, de sus familias, del barrio, y de los políticos locales. HAY QUE SER VALIENTES. No va a venir nadie grande a cambiarlo: ni un político (a no ser que le dé votos), ni una empresa (a no ser que vea negocio en ello), ni un banquero («¿qué beneficio me llevo de esto?»), ni referentes estudiosos de la pedagogía e investigadores (que generan unas publicaciones magníficas, y esto es de reconocer, pero que no parecen ser lo suficientemente estimulantes como para que nadie los use como acicate para iniciar ningún cambio significativo de verdad). Hay que poner a demasiada gente de acuerdo, y el debate corre el riesgo de convertirse en un reclamo intelectualoide para teóricos que se quede a medio camino. Otra vez. Demasiada energía sin garantía de éxito (quizá a muy largo plazo) para que esa gente se implique de verdad. No lo harán hasta que tengan claro que les lleva a un sitio que a ellos les convenga … y entonces, incluso algunos tengan la tentación de pretender atribuirse el éxito del cambio (y muchos se lo creerán). Este cambio sólo lo van a poder empezar a hacer pequeños grupos de profesionales docentes que, centro a centro, confíen en su proyecto educativo de cambio, por encima del resto, y nos enseñen al resto el camino. No hay otra forma. Bueno, sí las hay, pero son mucho más traumáticas.