¿Diseñamos bien las preguntas de opción múltiple?

Reseña sobre Diez comodines, obra de Daniel García González (Ediciones Triple Eñe, Bilbao, septiembre 2017), obra que trata sobre del diseño de cuestionario de preguntas de opción múltiple.

Los cuestionarios elaborados a partir de enunciados a los que se le asignan varias posibles respuestas suponen una excelente herramienta para la evaluación educativa, ya que permiten recoger y almacenar una gran cantidad de información. Además, estas pruebas se pueden aplicar sobre una población amplia, son capaces de mejorar su propia eficiencia discriminativa mediante el análisis posterior de sus ítems y permiten un cotejo rápido y fiable entre pruebas. Las preguntas de opción múltiple, en fin, se pueden adaptar a casi todos los contenidos y materias.

Dada la importancia de esta técnica de indagación evaluadora y su creciente uso en los programas evaluativos, su bibliografía es cada vez mayor: a esta bibliografía se une (y es de las pioneras en español sobre el tema) la reciente publicación Diez comodines (Ediciones Triple Eñe, Bilbao, septiembre 2017) del investigador y docente Daniel García González, obra que hoy reseñamos en nuestro blog del INEE.

El primer mérito de Diez comodines, que busca un acercamiento global a un tema que a menudo corre el riesgo de presentarse de manera poco atractiva, es lograr mantener un tono cercano y humorístico, con ejemplos, anécdotas, imágenes y esquemas (unos 200) y que todo ello se complemente con una exposición sistemática y rigurosa, de manera que uno tenga siempre la sensación de que avanza en la lectura mientras aprende y disfruta. Esta virtud, el acierto del autor en evitar divagaciones innecesarias en un obra que busca ser divulgativa, práctica y completa a la vez, y la inclusión de una seleccionada bibliografía, a la que hay que añadir varias referencias a enlaces web que aparecen en todos los capítulos, hace que Diez comodines sea recomendable no sólo para cualquier docente, sino también para los técnicos de evaluación que usamos esta técnica de manera habitual.

En efecto, aunque en Diez comodines se alude sobre todo a exámenes universitarios (en los programas de evaluación de los sistemas educativos se evalúan competencias y destrezas y, más que calificar, se codifican las respuestas para elaborar informes donde se atiende a niveles y no a calificaciones), la terminología (perfectamente presentada y aclarada en el capítulo primero del libro) y los grandes bloques que se refieren a la estructura y construcción de los ítems, y a cómo evitar que pierdan fiabilidad en su proceso de diseño, son los que todo evaluador debe tener presente a la hora de diseñar sus pruebas, pues, como el propio García González señala: “Redactar ítems que discriminen eficientemente es nuestro gran objetivo como evaluadores” (pág. 45).

Sin embargo, y acertadamente, el autor no considera que las preguntas de opción múltiple sean una panacea, ya que esta “ciencia inmadura” no es válida para cualquier objetivo docente. Pero lo que es no sólo válido, sino imprescindible para el diagnóstico educativo, es la evaluación: por eso queremos terminar esta reseña suscribiendo el breve alegato que en el libro se hace a su favor a y su fundamental papel como instrumento de calificación y  diagnóstico.