Pensamiento computacional, diferencias socioeconómicas y políticas educativas

Numerosos estudios demuestran que las personas de entornos más desfavorecidos tienen menores oportunidades en el mercado laboral, debido en parte al bajo nivel de competencias característico de este sector poblacional, incluida la competencia digital. La relación entre la competencia digital y los resultados en el mercado laboral, como la calidad del empleo o el salario, ha sido estudiada ampliamente y el consenso emergente es que, altos niveles de competencia en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), tienden a correlacionarse positivamente con posiciones más favorables en el mercado laboral.

Sin embargo, en lo que se refiere a competencias digitales, la mayoría de los estudios se basan en indicadores de competencias digitales generales y no en competencias específicas de las TIC, que son especialmente relevantes para la empleabilidad. Una de estas competencias es el Pensamiento Computacional (CT, Computational Thinking en inglés), que está relacionado con la capacidad de resolver problemas en el ámbito digital y se considera frecuentemente un requisito importante para conseguir empleos de “buena calidad”.

Los datos obtenidos en el Estudio Internacional sobre Competencia Digital y Tratamiento de la Información (ICILS, Computer and Information Literacy Study en inglés), llevado a cabo en 2018 por la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA, International Association for the Evaluation of the Educational Achievement en inglés), se han utilizado para comparar la brecha socioeconómica entre la Competencia Digital (CIL, Computer and Information LIteracy en inglés) y el pensamiento computacional como se puede leer en el boletín Compass Brief N.º 12.

Los resultados de este estudio sugieren que la desventaja en el mercado laboral asociada a bajos niveles de competencia digital entre personas con un bajo nivel socioeconómico puede ser mayor de lo que se pensaba. Igualmente, muestran sistemáticamente que los estudiantes de entornos desfavorecidos tienen niveles de competencia más bajos que los de entornos favorecidos en ambas áreas, pero especialmente en pensamiento computacional.

Las políticas educativas deben intentar reducir el impacto del entorno socioeconómico en las competencias de los estudiantes, abordando todas las dimensiones relevantes a la brecha digital y prestando cada vez más atención al pensamiento computacional.

Estos datos suscitan preocupación por el alcance y las consecuencias de la brecha digital, especialmente si los patrones de desigualdad en las TIC comienzan desde una edad temprana, por los siguientes motivos:

  • En primer lugar, los estudiantes de entornos favorecidos tienden a estar más expuestos a las tecnologías y herramientas digitales, tanto en el centro educativo como en casa, en comparación con los estudiantes de entornos desfavorecidos.
  • En segundo lugar, esto hace que las personas de entornos socioeconómicos desfavorecidos tengan mayores probabilidades de tener niveles más bajos en competencia digital.
  • En tercer lugar, dado que las competencias digitales son un activo fundamental en la economía moderna del conocimiento y se requiere cierto grado de dominio en las TIC, incluso en profesiones de baja cualificación, estas personas corren un riesgo mayor de quedar excluidos de los mejores empleos, posiblemente atrapados en trabajos inestables, si es que pueden conseguir uno, y con condiciones laborales precarias.

En este sentido, datos recientes del Índice de Economía y Sociedad Digital (Comisión Europea 2020) confirman que en la mayoría de los países europeos un bajo nivel socioeconómico está asociado a un bajo nivel en competencia digital.

Siguiendo los indicadores utilizados en otros estudios, un alto nivel socioeconómico se alcanza si al menos uno de los progenitores tiene un título universitario y/o si al menos uno de los progenitores tiene un empleo o profesión altamente cualificada, según la codificación ISCO.

La figura 1 muestra las diferencias socioeconómicas encontradas en los resultados de las pruebas en competencia digital y pensamiento computacional realizadas en varios países.  Los puntos corresponden a la diferencia en las puntuaciones medias de las pruebas entre un grupo de estudiantes con alto nivel socioeconómico (es decir, cuyos progenitores tienen una titulación superior o desempeñan un trabajo para profesionales altamente cualificados) y un grupo de estudiantes con bajo nivel socioeconómico (es decir, estudiantes cuyos progenitores tienen una educación inferior a la terciaria o no desempeñan un trabajo para profesionales altamente cualificados). Cuanto más arriba se encuentran los puntos, mayor es la brecha socioeconómica en los resultados de las pruebas. Los puntos rojos corresponden a las diferencias en la prueba de competencia digital, mientras que los puntos azules se refieren a las diferencias en la prueba de pensamiento computacional.

Figura 1. Brecha socioeconómica en competencia digital y pensamiento computacional

Figura brecha socioeconómica

Fuente: Compass Brief N.º 12

Teniendo en cuenta la figura 1 se desprenden dos conclusiones principales; en primer lugar, independientemente del indicador de nivel socioeconómico que se emplee, los estudiantes de entornos favorecidos obtienen mejores resultados en las pruebas de competencia digital y pensamiento computacional, en comparación con los de sus compañeros y compañeras de entornos desfavorecidos (es decir, las diferencias en las puntuaciones de las pruebas, representadas por los puntos de la figura 1, son estadísticamente significativas y superiores a 0 en todos los países). En segundo lugar, también con independencia del indicador utilizado para establecer el nivel socioeconómico, la brecha en las puntuaciones de las pruebas sobre pensamiento computacional tiende a ser mayor que la brecha de las puntuaciones en competencia digital (las excepciones son la República de Corea y, en menor medida, Francia), aunque este patrón es más pronunciado cuando se observa la profesión de los progenitores.

Estos resultados subrayan la importancia de recopilar datos sobre varias dimensiones de las competencias implícitas en las TIC, en lugar de centrarse únicamente en un indicador general de la competencia digital. Aunque incluso los trabajos con menor cualificación profesional requieren que las personas tengan una competencia digital básica, en el futuro cada vez más profesiones se basarán en habilidades avanzadas de resolución de problemas. Se espera que estas competencias se asocien a mejores empleos, mayor productividad y, en general, mejores resultados en el mercado laboral. Como se ha mencionado anteriormente, los niveles más altos de competencia digital están asociados con mayores probabilidades de empleo.

Además, si las habilidades avanzadas de resolución de problemas digitales (es decir, el pensamiento computacional) no se tuvieran en cuenta, se subestimaría la medida en que las personas procedentes de entornos socioeconómicos más desfavorecidos pudieran verse penalizadas en el mercado laboral debido a su menor dotación de habilidades en las TIC.

Los resultados sugieren que los estudiantes de menor nivel socioeconómico tienen más probabilidades de experimentar desigualdad de oportunidades en el futuro mercado laboral, ya que están menos dotados de habilidades de alta calidad que se espera que tengan una gran demanda. Esto puede conducir potencialmente a una mayor desigualdad social, la polarización de los ingresos y del empleo, una menor movilidad social y mayores tasas de pobreza.

Teniendo en cuenta los datos presentados, sostenemos que las políticas deberían abordar todas las dimensiones relevantes a la brecha digital. Si bien es importante garantizar que todos los estudiantes estén dotados de las “herramientas” básicas de las TIC (por ejemplo, ordenador de sobremesa, portátil, tableta o conexión a Internet), así como con habilidades generales de recuperación de información/comunicación/interacción, esto no es suficiente.

El mercado laboral exigirá un número cada vez mayor de trabajadores con capacidades cognitivas que les permitan desarrollar soluciones creativas a problemas complejos, a menudo utilizando tecnologías digitales (incluida la inteligencia artificial). Estas habilidades cognitivas, que suelen representarse bajo el término de “pensamiento computacional”, implican un conjunto de competencias clave que incluyen la lógica, las matemáticas, la capacidad de lectura y el pensamiento crítico, además de la creatividad. Los centros educativos del futuro -y del presente-, tienen que ser capaces de impartir una educación de alta calidad en todas estas dimensiones y para todos los estudiantes independientemente de su origen socioeconómico.

Fuente: https://www.iea.nl/publications/series-journals/iea-compass-briefs-education-series/january-2021-computational Compass Brief 12: January 2021: Computational thinking, socioeconomic gaps, and policy implications

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