Autora: Josefina Pascual Montenegro
Uno de los objetivos de los sistemas educativos es desarrollar en todos los estudiantes, independientemente de sus características individuales, las competencias necesarias para prosperar en la vida. Sin embargo, abundan las desigualdades en la educación. Los antecedentes familiares, diferentes capacidades e incluso el género, influyen en el rendimiento de los estudiantes. Los chicos, por ejemplo, tienden a tener un rendimiento más bajo en comprensión lectora, competencia instrumental y muy necesaria para enfrentarse a las necesidades de la sociedad del conocimiento actual.
Es habitual que la educación y la socialización de las chicas y los chicos se desarrolle de distinta manera, lo que conduce a diferencias respecto a sus intereses, aspiraciones y actitudes hacia el aprendizaje. Al igual que sucede en el hogar, los estereotipos de género se presentan también en el aula. Los docentes pueden tener ciertas creencias sobre los intereses y habilidades de chicos y chicas que pueden llegar a sesgar, deliberadamente o no, sus expectativas e interacciones con los estudiantes. Por lo tanto, dichos estereotipos a veces generan disparidades en los resultados del aprendizaje, lo que explica en parte por qué las chicas tienden a superar a los chicos en lectura, mientras que los chicos obtienen mejores resultados que las chicas por lo general en matemáticas. Entonces surge la pregunta: ¿cómo pueden los centros educativos y los docentes promover la lectura en los chicos?
Para poder dar respuesta a esta pregunta, en la publicación Teaching in Focus n.º 39, se han recopilado datos de los estudios internacionales Estudio Internacional de Enseñanza y Aprendizaje (TALIS – Teaching and Learning Survey, en inglés) y Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA 2018 – Programme for International Student Achievement, en inglés), con el fin de señalar algunos de los factores asociados a los docentes y al centro educativo que podrían contribuir a reducir la brecha en el rendimiento de la lectura entre chicas y chicos y que se enumeran a continuación:
- El rendimiento de los chicos en lectura parece verse más obstaculizado por los problemas disciplinarios en el aula que el de las chicas.
- Las relaciones positivas entre docente y alumno son especialmente beneficiosas para el rendimiento en lectura de los chicos.
- Los chicos tienen más probabilidades de rendir tan bien (o incluso mejor) que las chicas en lectura en los centros educativos que tienen una cultura de evaluación y mejora continua tanto de los estudiantes como de los docentes.
Problemas disciplinarios
Según los datos analizados, los chicos suelen verse más afectados, a nivel de rendimiento en comprensión lectora, por problemas disciplinarios que se dan en el aula. De hecho, cuanto mayor es la percepción del profesorado sobre la presencia de problemas disciplinarios, mayor es la diferencia en las puntuaciones de lectura de PISA entre las chicas y los chicos dentro de los centros educativos, siendo favorecidas las primeras (Figura 1).
Además, los chicos presentan mayores dificultades a la hora de concentrarse en sus tareas escolares cuando hay problemas disciplinarios en el centro educativo. Sin embargo, también podría darse el caso de que la lectura sea más atractiva para las chicas cuando las prácticas docentes favorecen, consciente o inconscientemente, las habilidades verbales y comunicativas, que maduran antes en las chicas que en los chicos. Como resultado, las chicas leen más y desarrollan mejores habilidades de lectura, mientras que los chicos pierden interés en ella y presentan más problemas disciplinarios.
Figura 1. Relación entre diferencias de género dentro del centro educativo en lectura y problemas disciplinarios en el aula.
Cambio en las diferencias de género dentro del centro educativo en la puntuación de lectura de PISA asociado con los problemas disciplinarios percibidos por los docentes en el aula
Fuente: Teaching in Focus N.° 39
Relaciones profesor-alumno
Los chicos tienden a beneficiarse más de las relaciones positivas con sus docentes que las chicas. En los centros educativos donde el profesorado considera que sus relaciones con los estudiantes son positivas, las diferencias de género en el rendimiento en lectura son menores. Esto sugiere que, a la edad de 15 años, los chicos (más que las chicas) necesitan el apoyo de sus docentes para autorregularse y enfocarse en los logros.
Una forma de mejorar las relaciones con los estudiantes es disfrutar tiempo con ellos fuera del horario normal de clases. Realizar actividades extracurriculares con los estudiantes no solo es beneficioso para las relaciones entre el profesorado y los estudiantes, sino que, además, puede conllevar a la mejora del clima del aula. Sin embargo, la carga de trabajo de los profesores no debería aumentarse para incluir más actividades extracurriculares, a menos que se reduzca el tiempo que dedican al trabajo administrativo, lo cual tiene menor impacto en el desarrollo de los estudiantes.
Una cultura de evaluación y mejora continua
Los chicos tienen probabilidades de rendir tan bien (o incluso mejor) que las chicas en lectura en los centros educativos donde prevalece una cultura de la evaluación y mejora continua tanto de los estudiantes como del profesorado. Cuanto más tiempo dedican los docentes a evaluar a sus estudiantes a través de pruebas propias, menor es la diferencia en el rendimiento en lectura entre chicas y chicos. Esto sugiere que los chicos se benefician de las evaluaciones frecuentes, ya que esto les permite autorregularse mejor y concentrarse en el trabajo escolar. Sin embargo, esto también podría deberse al aumento de la ansiedad de las chicas por el exceso de pruebas y la competitividad a la cual las induce.
Lograr que los docentes se sientan comprometidos con los resultados de aprendizaje de su alumnado, es lo que llevará, en gran parte, a mejorar el rendimiento de los chicos en lectura. Del mismo modo también influye positivamente el hecho de que los docentes sean evaluados con mayor frecuencia por agentes externos, motivando que se responsabilicen más con el proceso de enseñanza-aprendizaje, además de permitirles tener una retroalimentación constante del mismo.
Para ello, se requiere de equipos directivos que incentiven a los docentes a compartir e intercambiar sus experiencias y reflexionar sobre sus prácticas, produciendo un aprendizaje rico y constante para ellos mismos. Esto les permitirá, además, debatir, pensar y encontrar estrategias para apoyar y motivar a los estudiantes de rendimiento bajo y medio, y así poder superar las desigualdades de género.
Figura 2. Rendimiento Equitativo
Fuente: Elaboración propia
Mejorar el clima disciplinario en el aula y las relaciones entre los docentes y los estudiantes (en particular los chicos), así como también promover una cultura de evaluación, tanto para el alumnado como para el profesorado, podrá ayudar a cerrar la brecha en el rendimiento en lectura entre chicas y chicos (Figura 2).
Todo ello sin dejar de lado la necesidad de que tanto los docentes y directivos, como las familias, abandonen sus preconceptos sobre los intereses y habilidades que tienen los chicos y las chicas, ya que estos, consciente o inconscientemente, influyen directamente sobre su manera de comportarse y las expectativas de los estudiantes o hijos/as.
Creer que todos pueden es el primer paso, para lograr que todos puedan.
Más información en:
TIF 39. What can schools and teachers do to help boys close the gap in reading performance?
Blog OECD – How can schools and teachers help boys perform better in reading?
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