Necesitamos hablar sobre… la libertad académica

Ofrecemos la traducción de un nuevo artículo publicado en la página web de Eurydice, la red de información sobre educación de la Comisión Europea:

No quiero que ninguna persona ni ningún sistema tengan el poder, real o aparente, de reducir la libertad académica

James E. Rogers, Jr.

En los últimos meses se han publicado varios artículos sobre la libertad académica en la educación superior. Pero, ¿qué es exactamente la libertad académica? ¿Es importante?

El Comunicado de Roma, adoptado por los ministros y ministras de educación superior de Europa en 2020, define la libertad académica como la «libertad del personal académico y del alumnado para participar en la investigación, la enseñanza, el aprendizaje y la comunicación en y con la sociedad sin interferencias ni temor a represalias».

Si bien esta definición parece simple, cabe señalar que la libertad académica rara vez se ha definido en documentos internacionales jurídicamente vinculantes. Esta falta de sustento legal crea problemas a la hora de evaluar cuándo se viola la libertad académica. Considérese, por ejemplo, el notorio caso presentado ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea por la Comisión Europea contra Hungría por introducir una legislación de educación superior en 2017 que, una vez en vigor, prohibió la Universidad Centroeuropea (Lex CEU). Aunque la sentencia, que falló contra Hungría, fue anunciada como una victoria para la libertad académica, en realidad el caso dependió principalmente de argumentos relacionados con la limitación ilegal de las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre el comercio de servicios, mientras que la violación de la libertad académica, tal como se menciona en la Carta de los derechos fundamentales de la Unión Europea, era una preocupación adicional.

Sin duda, este juicio ha creado conciencia sobre la importancia de proteger la libertad académica y la necesidad de acordar una definición común. En este sentido, el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) ha dado un paso importante: en Roma, los ministros y las ministras adoptaron una declaración sobre la libertad académica que fue desarrollada por expertos y expertas nacionales, y las principales organizaciones involucradas en la educación superior.

La declaración enmarca la libertad académica como un concepto relacionado con, pero diferente de, la libertad de expresión, y vinculado a la autonomía institucional. “Designa la libertad de la comunidad académica, que incluye al personal académico y al alumnado, con respecto a la investigación, la enseñanza y el aprendizaje y, de manera más amplia, la difusión de los resultados de la investigación y la enseñanza tanto dentro como fuera del sector de la educación superior. En esencia, el concepto asegura que la comunidad académica pueda participar en la investigación, la enseñanza, el aprendizaje y la comunicación en la sociedad sin temor a represalias. La libertad académica es también un elemento esencial de la democracia. Las sociedades no pueden ser genuinamente democráticas sin respetar la libertad académica y la autonomía institucional».

La Declaración de Roma subraya que la libertad académica nunca es un valor absoluto. La libertad de investigar, por ejemplo, no implica la libertad del personal investigador para trabajar en cualquier proyecto, ni la obligación de los gobiernos de financiar toda la investigación. Por ejemplo, algunas investigaciones pueden plantear dilemas éticos, al involucrar sufrimiento animal o células madre humanas, y el personal investigador involucrado no debe ser el único que decida qué es éticamente aceptable.

De manera similar, se necesitan límites en la enseñanza. La negación del Holocausto o el discurso del odio pueden estar prohibidos en algunos países y, por lo tanto, fuera de los límites permitidos dentro del aula. Pero cuando los gobiernos intentan legislar que ciertas materias, como los estudios de género, no se pueden enseñar, como se ha decidido o propuesto en varios países de la UE, el debate está abierto sobre si esto traspasa los límites de la acción gubernamental aceptable en una sociedad democrática. Como ilustran estos ejemplos, la libertad académica es un asunto complejo en el centro de la relación entre las instituciones de educación superior y el gobierno.

La libertad académica también plantea otras cuestiones complejas sobre sus límites. Por ejemplo, una parte importante del personal académico tiene contratos temporales y precarios. ¿Disfrutan de los mismos niveles de protección de la libertad académica que quienes tienen contratos seguros? ¿Y qué pasa con la perspectiva del alumnado? ¿Se está negando la libertad de aprender cuando los costes de los estudios de educación superior son inasequibles para el alumnado potencial? Estas preguntas, y muchas otras, merecen discusión y reflexión.

Patrick Blessinger y Hans de Wit se encuentran entre la relevante cantidad de personal académico que argumenta que la libertad académica es esencial para la democracia y, a la inversa, que una sociedad democrática es necesaria para garantizar la libertad académica. Sin embargo, algunos países del EEES se han mostrado reacios a pronunciarse contra las claras violaciones de la libertad académica.

Cuando tuvo lugar la última Conferencia Ministerial en noviembre de 2020, el gobierno de Bielorrusia estaba en proceso de expulsar al personal académico y al alumnado que habían participado en las protestas contra las elecciones presidenciales que fueron ampliamente condenadas como fraudulentas por la comunidad internacional. Sin embargo, solo 24 países, o aproximadamente la mitad de los estados miembros del EEES, estaban dispuestos a firmar una declaración redactada por Alemania y el Reino Unido para condenar esta acción y apoyar al alumnado y al personal acosados. Si bien la mayoría de estos países no dieron ninguna explicación sobre su posición, Rusia señaló que los países no deberían interferir en la «política interna de un estado soberano».

El EEES afirma basarse en el respeto a los valores compartidos. Todos los países afrontan desafíos para proteger y promover la libertad académica, y todos pueden aprender debatiendo temas conjuntamente. Actualmente el Grupo de Seguimiento de Bolonia ha establecido un grupo de trabajo sobre los valores fundamentales para fomentar dicho diálogo y desarrollar un marco integral para monitorizar la implementación de los valores fundamentales en los sistemas de educación superior europeos. Todos deberíamos desearle lo mejor.

Autoría: Susana Zellini y David Crosier

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