¿Cómo ha afectado la pandemia de la COVID-19 al valor de los títulos universitarios? (Parte 2)

Ofrecemos la traducción de un nuevo artículo publicado en la página web de Eurydice, la red de información sobre educación de la Comisión Europea:

En las políticas de educación superior, las tasas han sido durante mucho tiempo un tema controvertido. Como muestra la publicación de Eurydice «Sistemas nacionales de tasas y ayudas a los estudiantes en la enseñanza superior europea«, existen grandes diferencias de enfoque que van desde los países donde no se establecen tasas hasta los que cobran cantidades considerables al conjunto de estudiantes. Pero ¿qué ha ocurrido durante la pandemia? ¿Tuvieron que seguir pagando los estudiantes? ¿Afectó el cambio a la enseñanza en línea al valor de los títulos que obtuvieron? En el segundo de dos artículos que están relacionados, exploramos estas cuestiones con Meral Nur, de la Unión Europea de Estudiantes (ESU, por sus siglas en inglés), una organización que representa a estudiantes de 40 países europeos.

Meral, ¿cómo entiendes la idea de valor en la educación superior?

Es importante enmarcar esta cuestión dentro del pensamiento que tiene la ESU sobre la educación superior. Consideramos que la educación superior es un bien común y una responsabilidad pública, y respecto al acceso a la misma adoptamos un enfoque basado en los derechos humanos. Siguiendo esta lógica, la forma más sencilla y óptima de mejorar la accesibilidad es eliminar las tasas de matrícula, lo que consideramos que debería ser el objetivo en todos los sistemas de educación superior. Al considerar los costes y beneficios de la educación superior, también es importante reconocer los costes indirectos que conllevan los estudios: libros, portátiles y gastos de manutención.

Dicho esto, el valor de la educación no se puede medir solo en términos monetarios. Una educación superior de calidad es el resultado de una combinación de muchos factores que generan valor. Ejemplos de estos factores serían la calidad de la enseñanza, una proporción adecuada de estudiantes por docente, infraestructuras sociales, el compromiso con la vida social del alumnado y las actividades del sindicato de estudiantes, así como una sólida cultura de comunicación y retroalimentación, sistemas de calificación justos y transparentes e instalaciones de atención médica accesibles.

¿Ha afectado la pandemia de la COVID-19 al valor de las titulaciones? De ser así, ¿de qué maneras?

Podemos considerar esta pregunta desde la evidencia empírica. En abril de 2020, la ESU llevó a cabo un estudio acerca de «la vida estudiantil durante el confinamiento por la pandemia de la COVID-19» junto con la Universidad de Zadar, el Instituto para el Desarrollo de la Educación y el Ministerio de Ciencia y Educación de la República de Croacia.

El impacto más visible de la pandemia de la COVID-19 sobre el alumnado fue que se cancelaron las clases presenciales para la gran mayoría. Muchas instituciones de educación superior necesitaron un tiempo para adaptarse, y aquellas que no utilizaban anteriormente el aprendizaje electrónico fueron las que tuvieron que realizar los cambios infraestructurales más importantes. Los estudiantes tuvieron poca influencia en este proceso y tuvieron que confiar en la capacidad de adaptación de las instituciones. Así pues, el alumnado experimentó un cambio rápido hacia el aprendizaje en línea que le afectó de distintas maneras, en su mayoría de forma negativa. Aun así, el hecho de que la educación superior pudiera continuar fue muy apreciado.

La mayoría de estudiantes ahora piensa que aprenden de forma más eficaz a través de la enseñanza presencial. Este es un hallazgo importante, ya que si bien muchos de los nuevos formatos digitales ofrecidos podrían ser estupendos  como herramientas complementarias en el futuro, no deberíamos pensar que el aprendizaje digital pueda llegar a reemplazar a la educación presencial.

En torno a la mitad de estudiantes consideraron que su carga de trabajo aumentó durante la pandemia. Esto también puede haber aumentado el estrés y haber afectado negativamente a la salud mental y al bienestar general de los estudiantes.

Sin duda alguna la pandemia cambió la percepción que tienen los estudiantes sobre la relación calidad-precio de su experiencia de aprendizaje. Si bien la mayor parte sintió que la calidad de la prestación se había deteriorado, sus costes en términos financieros permanecieron en su mayoría constantes. Debido a las medidas sanitarias aplicadas, el compromiso social y la participación en la vida del campus (factores que aumentan el valor de la educación) se vieron muy restringidos. Por tanto, el valor de su educación superior disminuyó.

¿Qué cambios, si es que hay alguno, crees que se deberían haber hecho en las tasas y costes cobrados a los estudiantes durante la pandemia?

Como le ocurrió al resto de la sociedad, aquel alumnado que estaba en las situaciones más precarias sufrió el impacto más negativo. Por ejemplo, quienes dependían de su trabajo para poder estudiar experimentaron temores existenciales desencadenados por las pérdidas de empleo debido a la pandemia. Muchos estudiantes se encontraron en situaciones difíciles, con poca capacidad para cambiar su realidad.

Por ello, algunos de nuestros sindicatos afiliados han pedido la devolución total de las tasas de matrícula pagadas durante la pandemia. Otros han pedido una reducción significativa de las tasas pagadas. Además, no hay que olvidar los costes indirectos (de alquiler y alimentación, entre otros). La recomendación general de la ESU surgida de nuestra encuesta fue la siguiente:

“Las instituciones de educación superior deberían ajustar sus políticas de matrícula a las nuevas circunstancias de los estudiantes que demuestren que se han visto afectados negativamente por la pandemia de la COVID-19. Deberían considerar ampliar el plazo de pago de las tasas, introducir planes de pago a plazos para las matrículas, reducir el importe de las tasas de matrícula o anularlas”.

¿Cuál es la lección más importante que crees que podríamos aprender sobre el valor de la educación superior a partir de la experiencia de la pandemia?

Aunque todo el mundo ha vivido un periodo excepcional y difícil, tenemos que reconocer algunos errores. Por ejemplo, se debería haber recogido información de una manera más global para conocer el bienestar y la satisfacción de los estudiantes. Los resultados de este trabajo podrían haber ayudado a quienes estaban sufriendo más, y entonces podríamos haber tomado medidas más eficaces para garantizar que los estudiantes aún obtuvieran valor de sus estudios.

En general, creo que la conclusión es que se necesita escuchar más a los estudiantes cada vez que suceden cambios en la educación superior.

Autoría: Nicole Vasileiou y David Crosier.

Traducción: Patricia Alarcón García

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