Las Matemáticas, una fuente de placer intelectual.

En este post se pretende hacer una reflexión de cómo en el IES Castilla de Guadalajara, un centro de enseñanza con una gran diversidad de alumnado, se puede llegar a conseguir una práctica educativa exitosa.

Puede haber visiones muy distintas sobre lo que puede ser una buena práctica educativa. Una “buena práctica educativa” no es simplemente una determinada experiencia destacada sino que puede ser el resultado de una buena organización y una serie de actuaciones efectivas y eficaces llevadas a cabo a lo largo de un periodo de tiempo.

En nuestro centro, estas actuaciones están apoyadas en una buena organización, en el esfuerzo, en el compromiso y en la armonía reinante entre todos los miembros de la comunidad educativa. La buena organización parte del liderazgo del equipo directivo y su coordinación con los distintos departamentos y profesores implicados en la vida del centro, que han procurado con los pocos recursos y espacios de que se dispone, la formación permanente de sus profesionales y ha propiciado una gran coordinación entre los mismos, en busca de unos objetivos comunes, a veces con discrepancias que se resuelven mediante el diálogo y el consenso.

Por otro lado, la relación directa de profesores y alumnos siempre ha sido muy intensa, con buena armonía en las distintas etapas de estudios que existen y la diversidad de alumnos en cuanto a edades e intereses. En líneas generales, no tenemos secretos, porque en la enseñanza no hay métodos mágicos, la magia está en las pequeñas cosas que se van haciendo día a día y esos momentos “mágicos” son los que posibilitan el aprendizaje y los buenos resultados.

Las Matemáticas, una fuente de placer intelectual

Si las Matemáticas juegan un papel fundamental en la escuela es porque también lo juegan en la sociedad que nos rodea, esa sociedad que cada vez es más tecnológica y por tanto con una mayor base matemática. Si bien es cierto que la clase de matemáticas sigue pecando de una cierta falta de visibilidad social y de estudiar más, en determinados momentos, la realidad que nos rodea; también es cierto, que aunque nos quejemos de lo poco que progresamos, al echar la vista atrás, se puede ver que hemos realizado ciertos avances.

No obstante, a veces, los buenos resultados, no sólo vienen de metodologías sofisticadas, sino de la esencia interna del que se pone delante de un grupo de alumnos. Fijémonos en la tarea más importante de la clase de matemáticas, la resolución de problemas.Esta actividad tiene rasgos comunes con el ejercicio de un arte: primero, el profesor trata de transmitir lo que se quiere resolver, después prepara los instrumentos y las técnicas más adecuadas que se van a utilizar para resolver el problema, y debe hacer vagar su mente a través de su experiencia para así adivinar el poder de percepción del alumno y el pensamiento de éste a cerca de lo que se está trabajando.

A continuación, se coloca al propio alumno ante problemas semejantes, unos puestos por el profesor, otros los que al propio  alumno le surjan de modo espontáneo o buscando en el ambiente. Y es ahora cuando surge el gran misterio, unos alumnos se embarcan y adentran en la tarea, otros se atascan o se bloquean. Pero es ahí, donde debe estar el docente, su acercamiento al alumno, su afán por ayudarle, por motivarle y por hacerle ver como su mente se va abriendo. Esa debe ser la magia de la clase de matemáticas.

A su vez en este camino, se puede buscar en aquellos que están en estadios más avanzados, la ayuda que el profesor necesita para poder atender a todos. Tal vez de esta forma estos alumnos perciban las dificultades de otros y a su vez refuercen sus aprendizajes.

La clase de matemáticas puede ser maravillosa si es posible llegar a crear un clima en el que se pueda conseguir que el alumno desarrolle el gusto por la resolución de ejercicios y problemas y sea capaz de imaginar lo que esta tarea abre su mente y su futuro.

Decía Einstein: «La enseñanza debe ser tal que pueda recibirse como un regalo,no como una amarga obligación»

Esto, que no siempre es fácil ni posible, es el sentimiento que me hace seguir en la brecha alimentando, a pesar de mis años de docencia, esta necesidad de enseñar que llevo dentro desde que me la inculcó mi profesor de matemáticas en mis años de bachillerato.

María Sáiz Encijo, Jefa del Departamento de Matemáticas

Imagen de cabecera: VivamosVL (Flickr.com)

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