Informe PISA sobre “Equidad en Educación”

El informe temático de PISA “Equity in Education” (OECD, 2018) (basado en los datos de PISA 2015) realiza un análisis sobre la evolución del rendimiento educativo en las últimas décadas y cómo las diferencias socioeconómicas siguen influyendo en gran medida en el grado de éxito para la realización de estudios superiores. Sobre esta base, el informe revisa lo que implica la equidad en educación y qué aspectos pueden mejorar los países para poder acercarse a ella.

¿Qué es la equidad en Educación?

Tal y como se indica en el informe (OECD, 2018), el término equidad en la educación hace referencia a que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades de aprendizaje, dando como resultado que, independientemente de su estatus socioeconómico, género u otros antecedentes familiares, todos alcancen niveles de rendimiento académico similares tanto en ámbitos cognitivos clave (lectura, las matemáticas y ciencias), como en aspectos de bienestar social y emocional (satisfacción con la vida, autoconfianza e integración social, entre otros).

El informe (OECD, 2018) muestra, también, que una expansión del acceso a la educación, particularmente a la educación terciaria, no redunda automáticamente en una mayor equidad en el desempeño educativo. Aunque algunos países y economías que participan en PISA han logrado mejoras en sus sistemas educativos, de modo que el estatus socioeconómico afecte menos a las diferencias en el aprendizaje de los estudiantes, el bienestar y el nivel educativo postsecundario, aún queda mucho camino por recorrer en todos ellos para conseguir la equidad en educación.

Evolución de la mejora del nivel educativo intergeneracional

Tanto en el informe sobre equidad (OCDE, 2018) como en el boletín de PISA in Focus (OCDE, 2019) basado en dicho informe se expone que, en la mayoría de los países, la mejora de los niveles educativos alcanzados generación tras generación alcanzó su máximo entre las personas nacidas en los años 50 y 60. En concreto, alrededor del 41% de los adultos consiguieron un nivel educativo mayor que sus padres.

Sin embargo, sigue destacando que los hijos de familias con niveles educativos altos son más proclives a conseguir estudios terciarios que los hijos de familias con niveles educativos más bajos. Además, esa tendencia creciente se ha reducido drásticamente en la mayor parte de los países evaluados dando lugar a una reducción considerable entre los nacidos en los años 70 y 80 (Canadá, Estonia, Finlandia, Lituania y Suecia son los que presentan un decrecimiento más acusado). Son una excepción Grecia, Irlanda, Italia, Corea, Singapur, España y Turquía, según se recoge en el mismo informe.

Fuente del gráfico: PISA in Focus, 99 (OCDE, 2019)

 Estudiantes resilientes

Por otra parte, el informe (OECD, 2018) pone de manifiesto que algunos estudiantes desfavorecidos logran buenos resultados académicos a pesar de su posible situación de desventaja, aspecto que se conoce como resiliencia. Por ejemplo, en promedio en los países de la OCDE, el 11% de los estudiantes desfavorecidos obtienen unos resultados altos en conocimiento científico en sus propios países (estos estudiantes se consideran «resilientes a nivel nacional»), un 25% demuestra un alto nivel en ciencias, lectura y matemáticas (“resiliencia en las competencias básicas”), y el 26% está satisfecho con su vida, se siente socialmente integrado en la escuela y no sufre ansiedad ante los exámenes (“resiliente social y emocionalmente”).

El informe (OECD, 2018) argumenta que los estudiantes desfavorecidos que son resilientes social y emocionalmente también tienden a rendir mejor académicamente. Esto implica que ayudar a los estudiantes desfavorecidos a desarrollar actitudes positivas hacia su educación puede beneficiar su desarrollo académico. La resiliencia académica también puede promover la resiliencia social y emocional, creando un ciclo de refuerzo positivo que redunde en una mejora en los resultados de aprendizaje de los estudiantes de entornos desfavorecidos.

¿Qué medidas pueden adoptar los países?

Todo lo anterior da lugar a valorar la necesidad de que los países creen programas que apoyen a los estudiantes desfavorecidos. Algunos ejemplos de acciones que propone el informe son:

  • Conseguir un mayor acceso a la educación y la atención al sector infantil de 0 a 3 años, especialmente entre las familias desfavorecidas, logrando entornos de aprendizaje más equitativos que ayuden a los niños a adquirir habilidades sociales y emocionales.
  • Destinar recursos adicionales para los estudiantes y las escuelas desfavorecidas, así como reducir la concentración de estudiantes desfavorecidos en determinadas escuelas.
  • Mejorar la formación del profesorado para identificar las necesidades de los estudiantes y atender a la diversidad.
  • El profesorado y los centros educativos pueden fomentar el bienestar de los estudiantes y crear un ambiente de aprendizaje positivo basado en el esfuerzo y en la motivación, animando a los estudiantes a apoyarse mutuamente.

Referencias

OECD (2018), Equity in Education: Breaking Down Barriers to Social Mobility,  PISA, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/9789264073234-en.

OECD (2019), Can academic performance help disadvantaged students achieve upward educational mobility?, PISA in Focus 2019/99, OECD Publishing, Paris, https://doi.org/10.1787/fd5356d0-en.