PISA 2018 y las metas de la Unión Europea

El pasado 9 de diciembre de 2019 la Dirección General de Educación, Juventud, Deporte y Cultura de la Comisión Europea publicó el estudio “PISA 2018 and the UE. Striving for social fairness through education”, que analiza los resultados de PISA 2018 desde la perspectiva de la Unión Europea. Los 28 Países Miembros participaron en PISA 2018, incluyendo 7.854 escuelas y 207.851 estudiantes.

Los resultados de PISA resultan especialmente relevantes en el contexto europeo porque proporcionan los datos de uno de los valores de referencia definidos en el marco estratégico para la cooperación en el ámbito de la educación y formación 2020 (ET2020): reducción a menos del 15% del porcentaje de jóvenes de 15 años con bajo rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias. Los alumnos con bajo rendimiento son aquellos que no alcanzan un nivel de rendimiento mínimo que les permita participar de forma exitosa en sociedad.

Lamentablemente, los resultados de PISA 2018 no cumplen con este objetivo en ninguna de las tres áreas de evaluación. Aproximadamente uno de cada cinco estudiantes (22.4% en matemáticas, 21.6% en ciencias y 21.7% en lectura) se consideran de bajo rendimiento, estando muy correlacionadas las tres áreas. Es decir, los estudiantes con bajo rendimiento en un área tienden a mostrar bajo rendimiento en las otras dos.

El estudio recalca las grandes diferencias existentes entre Países Miembros de la UE en sus porcentajes de alumnos con bajo rendimiento, tal como se muestra en los gráficos a continuación. La Unevalión Europea destaca de forma preocupante este dato y establece como cuestión prioritaria la reducción de este índice para garantizar la justicia social y el futuro económico europeo.

 

Inclusión, autonomía de centro y educación infantil: Claves para la mejora del rendimiento.

Teniendo en cuenta las diferencias en bajo rendimiento, la UE se fija en aquellos países que han sido capaces de mejorar sus resultados PISA a lo largo de los años – mejorando tanto la excelencia como la equidad – y profundiza en sus estrategias:

Estonia: se destaca una sociedad que altamente valora la educación y muestra una voluntad de mejora continua. Políticas educativas basadas en evidencia; implementación de medidas concretas para la equidad, la inclusión y disminución del abandono educativo o una mayor autonomía de centros son aspectos relevantes.

Polonia: el incremento de la autonomía de centros y el alto porcentaje de participación en educación infantil son dos elementos clave en la mejora de su rendimiento en PISA. El estudio también destaca los programas de desarrollo profesional de los docentes y el hecho de aplazar la separación de alumnos por programas educativos hasta los 16 años.

Irlanda: se subrayan las medidas inclusivas implementadas en las primeras etapas de Educación Infantil y su repercusión en los institutos irlandeses, en los que se ha reducido drásticamente el impacto del origen socio-económico de los alumnos en el rendimiento. También se citan la mejora cualitativa constante, tanto en formación de profesorado como en la apuesta por pedagogías innovadoras.

El impacto del origen socioeconómico en el rendimiento

El origen socioeconómico de los estudiantes (calculado con el índice ISEC) sigue siendo uno de los factores más influyentes en el rendimiento de los alumnos. Los países con mayor proporción de alumnos con bajo rendimiento en lectura presentan mayores brechas de rendimiento entre alumnos aventajados y desaventajado. Pero no solo influye en el rendimiento, sino también en las expectativas académicas. En muchos países, más del 80% de alumnos aventajados esperan completar la educación terciaria frente a un 50% de alumnos desaventajados.

Estas diferencias de rendimiento son aún más evidentes entre alumnos nativos e inmigrantes. La proporción de bajo rendimiento en lectura es mayor en alumnos de origen inmigrante que en alumnado no inmigrantes en la mayoría de Estados Miembros, siendo aún mayor en los estudiantes nacidos en el extranjero que con los nativos con padres inmigrantes.

Con tal de mitigar estas desigualdades y garantizar el Principio 1 del Pilar Europeo de Derechos Sociales, la UE incide en la necesidad de mejorar la calidad y la participación en educación de primera infancia, tal como ya apuntó el Consejo Europeo  en su recomendación[1] del 22 de mayo. Por otro lado, el informe aconseja evitar la segregación escolar por rendimiento académico y origen socioeconómico ya que los estudios lo asocian a una mayor proporción de bajo rendimiento en lectura. Como programas de referencia en equidad se recomienda la apuesta de Francia por la Educación Infantil; la orientación profesional en Escocia y el “Programa para la Mejor Escuela posible” en Suecia.

Finalmente, el informe analiza en el bienestar de los alumnos, preocupándose por el bajo sentimiento de pertenencia de los alumnos al centro y el creciente porcentaje de estudiantes que declaró ser víctima de acoso escolar varias veces en el último mes. Este dato se ha incrementado en la mayoría de países entre 2015 y 2018 y sus consecuencias se trasladan en una reducción significativa del rendimiento, excepto en Finlandia.

Para hacer frente a esta problemática multidimensional, la UE propone incluir educación social y emocional en el currículo, así como mejorar la formación de los docentes y familias e incluir trabajo cooperativo entre los profesionales, entre otros. Como ejemplos destacados del trabajo de competencias emocionales se recomiendan el programa “Skills for Life” aplicado en Países Bajos y “KiVa Anti-bullying Programme” en Finlandia.

Más información en: https://ec.europa.eu/education/resources-and-tools/document-library/pisa-2018-and-the-eu-striving-for-social-fairness-through-education_es

[1] Council for European Union (2019). Council recommendation of 22 May 2019 on High-Quality Early Childhood Education and Care Systems, OJ C 189, 5.6.2019