El largo camino hacia la coeducación

Fuente: Adelina Calvo, Teresa Susinos y Marta García, Revista de Educación nº 354

Si bien actualmente tenemos bastante clara la igualdad entre hombres y mujeres, este hecho ha sido resultado de grandes revoluciones en todos los ámbitos sociales, pero cabe resaltar entre ellos el educativo ya que la educación ha sido y será origen de cambio. Y es que la institución escolar no nació destinada a toda la infancia, sino que tras sucesivas reformas fue incluyendo a clases sociales trabajadoras, a mujeres, grupos étnicos minoritarios y personas con discapacidad. Cada una de estas incorporaciones, sin pretender comparabilidad, comparten una pauta común: tres fases regidas por una imagen social y legislación que no solo marcan la pauta estructural del centro sino las posibilidades laborales y sociales de los sujetos.

Así, se conoce al siglo XX como el siglo de la feminización del sistema educativo tanto en España como en los países occidentales y estas autoras, a través del método biográfico narrativo, nos ofrecen ejemplos claros de cada una de las fases que estructuraron la inclusión de la mujer en la educación formal en dicho siglo.

Fase de exclusión: el lento acceso de las mujeres a la educación

Durante los siglos XVIII y buena parte del XIX, la mujer carecía del derecho a la educación; esta se limitaba a los aspectos relacionados con sus tradicionales papeles vinculados con el trabajo doméstico y el cuidado de la familia. Así, no era necesaria una educación formal ya que podían aprender estas técnicas en casa u otros «establecimientos» donde se instruía en la complacencia, las buenas costumbres y las normas necesarias para su conversión en el «ángel del hogar».

Será la revolución del 1868 en España la que comience a plantear medidas más directas a lo propuesto por la Ley Moyano de 1857: la obligatoriedad de la educación para niños y niñas de 6 a 9 años. Entrados ya en el siglo XX, siguen escuchándose réplicas que destacan los inconvenientes de la educación femenina desde discursos como el católico, subrayando el mantenimiento de códigos que no solo limitaban el acceso a la educación sino al mundo laboral y la independencia económica.

Así, la mujer comenzará su etapa escolar de forma tardía en una institución más asistencial que académica, sobre todo en medios rurales.

Fase de segregación: la consolidación de la escuela segregada.

La obra educativa de la II República ayudó a consolidar el derecho femenino a la educación, en un periodo de apertura y nuevas oportunidades. Sin embargo, el régimen franquista significó un retroceso hacia la concepción de la mujer vinculada exclusivamente al mundo privado. Se subraya una clara diferenciación entre los géneros, tomando la coeducación como «antimoral y antipedagógica».

Es por ello que, con una influencia cada vez más importante de la Iglesia Católica, se promueve la escuela segregada con un ideal educativo femenino resumido en «Dios, Patria, Hogar», totalmente incompatible con el acceso a la educación superior, la cultura y el trabajo remunerado, como bien recoge la Ley de 1945 sobre la enseñanza primaria en su artículo 11:

La educación primaria orientará a los escolares, según aptitudes, para la superior formación intelectual o para la vida profesional del trabajo en la industria y el comercio o en las actividades agrícolas. La educación primaria femenina preparará especialmente para la vida del hogar, artesanía e industrias domésticas.   

Así la escuela educaba para lo que la sociedad exigía y necesitaba: orden, limpieza, religiosidad, etc. estando los estudios superiores dirigidos a alimentar el ideal femenino con ocupaciones como las de maestra o enfermera. Las mujeres significarán alrededor del 20% del alumnado universitario, reduciéndose al 15% del total de la población activa; pero profesiones como la de maestra mostraron un rayo de luz al futuro dando a la mujer no solo la independencia económica sino cierta independencia ideológica, ya que ellas quienes como movimiento de mujeres tuvieron la oportunidad de luchar por mejorar la situación de las personas de su sexo y oponerse a los ideales de la dictadura.

Fase de integración: el desarrollo de la escuela mixta.

Con el fin del régimen y la progresiva transformación de los papeles sociales de hombres y mujeres, se produce un importante cambio en las finalidades y características de la educación formal, impulsando una escuela mixta para la promoción individual. Este comiendo del camino hacia la igualdad de oportunidades abrirá los estudios universitarios tradicionalmente masculinos a las mujeres y las familias abandonarán la distinción de sexos.

Así, a pesar de que la LGE del 1970 propusiese enseñanzas y actividades técnico-profesionales diferentes para chicos y chicas, el avance de la democracia acabará con dichas diferencias e instituciones como la universitaria trabajará mismos contenidos, con el mismo profesorado y mismos tiempos y espacios con todo el alumnado. En el mundo laboral esta transformación discurrirá de forma más lenta.

Mientras Europa avanzaba a mejor ritmo, en España hubo que esperar a la llegada del régimen democrático y de la escuela comprensiva para proponer que niños y niñas se educaran bajo valores de igualdad. Así, aunque nuestro camino es sólido y continuo, proponemos en nuestro blog recordar este tipo de investigaciones ya que siempre es importante analizar de dónde venimos y cómo estamos para marcar unas pautas fuertes que nos lleven hacia donde queremos llegar.

 Lorena Pedrajas López (INEE)

Sobre el autor

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