¿Tienen las características de un grupo de personas algún efecto sobre el comportamiento individual de sus miembros? O, trasladado al sistema educativo, ¿tiene algún efecto en el rendimiento académico de un alumno el que todos sus compañeros de clase saquen peores o mejores notas? De existir este fenómeno, cabría la posibilidad de diseñar políticas y programas que modificasen la composición de los grupos con el objetivo de mejorar el rendimiento individual de sus miembros.
Tanto en educación como en otras ciencias sociales hay investigación que sugiere desde un punto de vista teórico, y en algunos casos también empírico, que existe una relación entre las características de los grupos y el rendimiento de sus miembros (también llamado “efecto social”). De hecho, de manera intuitiva se tiende a pensar que los compañeros de clase, de trabajo, amigos, familiares, vecinos, etc. tienen algún tipo de impacto en el comportamiento individual de las personas. Esta teoría sugiere, por ejemplo, que el estar rodeado de compañeros de trabajo que tengan una mayor preparación, tendría un efecto positivo (externalidad) en tu propia productividad.
A pesar de la multitud de investigación que sugiere la existencia de este fenómeno, un estudio de reciente elaboración (“The Perils of Peer Effects” de Joshua Angrist) recomienda tener cautela. El estudio cuestiona que muchos de esos trabajos hayan realmente destapado una relación de causa y efecto, y que en cambio, tan solo hayan observado una correlación entre dos factores, sin implicar con ello causalidad, como consecuencia de errores de medición y estimación.
Los individuos de un mismo grupo tienden a parecerse más entre si que si se les compara con individuos de otros grupos. Por ejemplo, todos los alumnos de una clase tienen en común que reciben instrucción de los mismos profesores. Supongamos que un estudiante tuviese la opción de acabar en la clase de uno de dos colegios: un colegio con mejor profesorado y otro con peor. Basándonos solo en la calidad de la enseñanza, podríamos esperar que los estudiantes de la clase con mejor profesorado sacasen mejores resultados académicos. Si el estudiante acabase compartiendo clase con estos últimos estudiantes, podríamos esperar que sus resultados fuesen mejores que de haber acabado en el colegio con peor profesorado. En este caso, sin embargo, habría que preguntarse si el mejor resultado se debe a los efectos de compartir clase con mejores estudiantes o a recibir mejor instrucción.
El autor comenta los resultados de un estudio que encuentra una fuerte correlación en niveles de obesidad entre amigos.En base a ella, afirman que los lazos sociales pueden servir como mecanismos de transmisión y que por lo tanto, intervenciones que mejoren la salud de individuos podrían llegar a afectar positivamente a la de sus amigos. Motivados por estos resultados, otro estudio encontró una fuerte correlación de niveles de acné, altura de una persona y dolores de cabeza entre amigos. Como puede resultar obvio, es imposible que la altura de un amigo pueda afectar a tu propia altura y por lo tanto, parece que otro mecanismo podría estar en juego (por ejemplo, preferencias a la hora de escoger tus amistades). Estos ejemplos, sugieren que la propia construcción algebraica de algunas estimaciones o correlaciones pueden hacer que se llegue a conclusiones erróneas.
Sin afirmar que no existan, el autor, Joshua Angrist, recomienda tener cautela a la hora de afirmar que las características de los grupos afectan el comportamiento individual de las personas. Podríamos estar observando una relación mecánica pero carente de significado social.
Fuente imagen de cabecera: Red Bien
Fuente imagen de texto: mhhe
Un tema muy interesante y a simple vista parece que la respuesta a si hay una clara correlación positiva entre ambas variables se antoja compleja. Cierto es que correlación no implica causalidad (para ejemplos absurdos basta con ver esta lista: http://www.buzzfeed.com/kjh2110/the-10-most-bizarre-correlations). Cierto es también que el efecto social es muy, muy poderoso a la hora de alterar el comportamiento individual. Se han hecho muchos experimentos del tema (el video de este link es un ejemplo: http://www.social-engineer.org/framework/Influence_Tactics:_Consensus_or_Social_Proof) y parece que nos influye mucho a los seres humanos lo que hacen las personas de nuestro entorno. Mi opinión es que es muy difícil que, en términos generales, una clase que tiene un rendimiento superior o inferior a la media no influya de forma individual en el rendimiento de los alumnos. Por el efecto social o social proof es muy extraño pensar que a esas edades lo que vea un alumno en el rendimiento de sus compañeros no tenga un efecto en el suyo propio. Si esto no fuera así, una clase de nueva creación que mezcle a media clase formada por alumnos con alto rendimiento y la otra formada por alumnos con un rendimiento peor que la media no debería alterar el comportamiento de ninguno de las dos mitades. Es decir, que ni los peores alumnos pasarían a incrementar su rendimiento académico ni los mejores deberían ver su rendimiento caer a los niveles de sus peores compañeros. Dudo mucho que si se hiciese esto durante un curso académico no cayese el rendimiento de los mejores.
Pablo, muchas gracias por tu participación y por enriquecer el debate con las reflexiones y nuevas fuentes que incorporas. Como bien dices, es un tema complejo e interesante que merece ser abordado con detenimiento.
Esa lista muestra claramente las diferencias entre correlación y causalidad. Gracias por compartirla. En cuanto a la existencia o no de efectos sociales, comparto tu opinión y creo que los colectivos influyen de alguna manera en los comportamientos individuales tal como escenifica el video de tu comentario. Creo que el estudio busca alertarnos, no obstante, para que analicemos con cuidado (e incluso reconsideremos) muchas relaciones, asociadas a efectos sociales, como causales. Podría ser que hubiese otro mecanismo que estuviese generando esa correlación, desde errores de medición a un tercer factor.
Por ejemplo, me imagino un escenario en el que mezclando a estudiantes con distintos rendimientos obtendríamos distintos resultados. Una clase con estudiantes extremadamente competitivos podría ayudar a mejorar los resultados de los mejores estudiantes, motivándose los unos a los otros a rendir más. Sin embargo, en ausencia de compañerismo entre los alumnos, los estudiantes con mayores dificultades podrían sufrir demasiada presión, sentirse incapacitados en términos relativos y rendir peor. De suceder lo descrito, para ver mejorías en estos últimos, tendría que haber un nivel alto de compañerismo combinado con un mejor rendimiento de tus compañeros. Por lo tanto, no se podría atribuir el efecto, en su totalidad, a un mayor rendimiento colectivo sino también al compañerismo colectivo (tercer factor).
A título propio, pienso que, en general, de juntar a estudiantes con distintos rendimientos académicos, el rendimiento de cada estudiante tendería a converger. Es decir, que los estudiantes con peor rendimiento mejorarían y aquellos con mejor rendimiento empeorarían. La pregunta sería ¿cuál de los efectos dominaría? Si es el primero, creo que justificaría mezclar estudiantes. Maximizaría la función social. ¡Al menos la mía!
Hola Dionisio, muchas gracias por tu intervención y por la excelente ejemplificación que realizas, transmite muy bien la idea de Angrist sobre la cautela a la hora de abordar el efecto social en las aulas.
He de reconocer que me ha dado bastante que pensar este tema. Al final podría decirse eso de.. ¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?. Pensando ahora en mi etapa de estudiante puedo entender perfectamente los problemas de correlación y causalidad. Por un lado, me puedo juntar con aquellos que trabajan mucho y sacan buenas notas ya que me siento identificado con ellos; o por otro lado el comportamiento de un grupo me puede influir a la hora de estar mas o menos motivado y por tanto esto puede incrementar o perjudicar mi rendimiento. La primera entiendo que seria mas bien una relación de correlación, mientras que la segunda establece una relación casual ya que el grupo me esta influyendo a la hora de tomar determinadas decisiones. El problema como decís estaría en poder ser capaz de diferenciar ambas actitudes o motivaciones. Y eso para que negarlo es bastante complejo como ha ejemplarizado muy bien Dionisio. Por ejemplo, yo puedo ser un tío trabajador y competitivo en una clase con pobres resultados con lo que mi motivación para ser competitivo y luchador es baja. O por otro lado, yo puedo ser una persona trabajadora que se junta con otros trabajadores porque siente afinidad con ellos.
Extrapolado al mundo en que vivimos, la relación de causalidad yo la vería en la relación entre lo que Ortega llamaba la masa y el individuo, y la correlación seria mas bien la afinidad que puedo tener con un determinado grupo lo que hace que me quiera relacionar mas con unos que con otros.
Hola Pedro. Muchas gracias por esta reflexión tan interesante que has planteado. Muchas veces, los estudios de evaluación no nos dejan ver donde está la causalidad de nuestras inferencias, aunque esto no quite importancia a dichos estudios. Te invitamos a seguir leyendo nuestro blog y boletines donde puedes encontrar resumidos muchos de nuestros estudios. Gracias!
Efectivamente, es difícil hablar de causalidad en las relaciones sociales; ya que el contexto de aula no determina absolutamente el rendimiento de un alumno. En el aula (y más ampliamente, en el centro), la existencia de corrientes de influencia de unos alumnos sobre otros resultan bastante evidentes; sin embargo, esta influencia difícilmente puede predecirse, puesto que depende de varios factores y, sobre todos ellos, de la voluntad del alumno. Por ejemplo, algunos alumnos actúan como líderes (para bien o para mal) sobre determinados individuos; mientras que para otros su presencia y su comportamiento es indiferente. ¿Cómo saber de antemano si alguien va a pertenecer a su órbita de influencia? El temperamento de ambos, los intereses comunes, las posibilidades de coincidencia fuera del aula, la existencia de otras amistades… pueden ser pistas; pero cualquier otro factor inesperado puede alterar la relación, bien para fortalecerla, bien para desvanecerla.
Por eso, a la hora de realizar agrupamientos, una cosa es buscar optimizar el trabajo del profesor, de modo que pueda dedicarse intensamente a un grupo del mismo nivel; y otra prever los efectos del grupo sobre el individuo.