La mayoría de edad en tiempos de crisis: ¿qué consecuencias tiene para la juventud de hoy?

Ofrecemos la traducción de un nuevo artículo publicado en la página web de Eurydice, la red de información sobre educación de la Comisión Europea:

La política es solo historia que sucede hoy. Estudiante de universidad, Belfast, 21 años.

En las primeras horas de la mañana del 24 de febrero de 2022, la población ucraniana se despertó con la noticia del estallido de la guerra. Los bombardeos de esa mañana marcaron el inicio de la invasión rusa, que no solo devastó la vida de los ucranianos y las ucranianas, sino que también provocó un cambio fundamental en lo que creíamos posible en Europa. La invasión ha devuelto la guerra a la conciencia europea y nos ha recordado que la paz no debe darse por sentada.

El antropólogo Jarrett Zigon ha señalado que en esos momentos de ruptura nos vemos obligados a reflexionar sobre nuestras formas de ser previamente incuestionadas. Estos momentos ponen el estado de las cosas en una nueva perspectiva y exponen nuestros errores al dar por sentada la realidad. Reordenamos la política y la historia por medio de estos momentos: acontecimientos y fechas que definen un antes y un después.

Sin embargo, la guerra de Ucrania también puede verse como una crisis que se produce dentro de otras crisis. La invasión de Ucrania tuvo lugar justo cuando los dos años de la pandemia COVID-19 parecían estar llegando a su fin (al menos en el contexto europeo) y en un momento en el que empezábamos a evaluar el alcance del impacto social y económico de la misma. Paralelamente, las consecuencias de la crisis climática mundial son cada vez más evidentes y la necesidad de una acción radical en este ámbito es obvia (y lo es desde hace tiempo).

Mientras vemos cómo se desarrollan los acontecimientos políticos actuales (que se convertirán en la historia del mañana), deberíamos reflexionar sobre cómo cambiarán nuestras formas de vivir tras estos momentos de ruptura, incluyendo lo que podemos aprender. Mientras se producen los acontecimientos de hoy, las generaciones jóvenes están siendo, y seguirán siendo, moldeadas por ellos y, a su vez, transformarán el futuro paisaje político.

Dado que la juventud es un estado (trans)formativo en el que cada cual configura su identidad y sus opiniones, además de asumir responsabilidades sociales y políticas, los acontecimientos que rodean desempeñan un papel fundamental en este proceso. De hecho, la forma en la que cada joven interpreta el tiempo en el que vive se convierte en parte de su sentido de identidad y es fundamental para su comprensión del mundo. La juventud es el momento de soñar, planificar y comenzar proyectos de vida, pero, en tiempos de incertidumbre, hacer planes y tomar decisiones -por ejemplo, en términos de educación y trabajo- se vuelve más difícil. Ser joven significa que los acontecimientos sociales y el desarrollo personal se cruzan.

Las jóvenes generaciones europeas que hoy alcanzan la mayoría de edad y se convierten en personas adultas son los hijos e hijas de los años 90 y 2000 (y pronto de los 2010), de la globalización, de la aceleración tecnológica, del fin de la historia y de la relativa estabilidad, prosperidad y paz. Pero cuando pensábamos que la historia de la humanidad se había vuelto más constante, ahora descubrimos que estas jóvenes generaciones han heredado un mundo incierto y frágil formado por las decisiones de las generaciones pasadas. El futuro parece ahora más sombrío: hay que afrontar los retos de la emergencia climática y las consecuencias a largo plazo de la pandemia, como la pérdida de ingresos y de empleo y el aumento de los problemas de salud mental entre la juventud europea. Las personas jóvenes que buscan trabajo han sido las más afectadas por las crisis económicas, y la tasa de desempleo de la juventud europea ha sido constantemente más alta que la de todos los demás grupos de edad durante la última década, como muestra el reciente informe de la Comisión Europea sobre la juventud. La agresión rusa y la inevitable escasez de energía y la inestabilidad económica subsiguientes crearán más agitación.

Nos enfrentamos a «una era de cambios disruptivos», declaró Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea, en un reciente diálogo de jóvenes sobre el consumo sostenible. Según Timmermans, viviremos una revolución industrial verde solo comparable a la primera revolución industrial y que provocará un cambio social y político fundamental similar. La invasión rusa de Ucrania ha puesto aún más de relieve los problemas energéticos y de seguridad a los que nos enfrentamos como consecuencia de nuestra dependencia del petróleo y de los países productores. Este es un catalizador más para dar prioridad a la transición ecológica.

La gente joven va a dar forma y cargar con la responsabilidad de esta transición, aunque no sean responsables de los problemas que ahora la hacen tan urgente. Ya están actuando. Un ejemplo de ello es el movimiento mundial Fridays For Future, iniciado por Greta Thunberg cuando empezó a faltar a la escuela para hacer huelga por el clima. La juventud de hoy está asumiendo la responsabilidad moral y práctica de (la falta de) actuación llevada a cabo por las generaciones anteriores.

Esta realidad se está entrelazando con las historias de vida individuales. Pero el hecho de que, en retrospectiva histórica, las personas jóvenes lleguen a ser conocidas como la «generación del clima», la «generación COVID» u otra denominación, depende de cómo se afronten los retos y de la naturaleza de los futuros momentos de ruptura. Nadie puede estar seguro de lo que traerá el mañana, ni de cómo la historia del mañana evaluará la política de hoy. Sin embargo, por ahora, la juventud lleva sobre sus hombros una gran carga de responsabilidad.

Autoría: Julie Solvang y David Crosier.

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