Estancia profesional en el Georg-Büchner-Gymnasium de Düsseldorf (Alemania)

Mi nombre es Javier Hernández Cuesta, y soy profesor de filosofía en el IES Carlos III de Toledo. Del 28 de marzo al 10 de abril he visitado el centro Georg-Büchner-Gymnasium, un instituto público de secundaria situado en la ciudad alemana de Düsseldorf (Renania del Norte-Westfalia), en un barrio céntrico a escasos metros del Rin. La ciudad es moderna y vibrante, llena de industrias, empresas punteras, talleres de diseño de moda, cafeterías, mercados, bicicletas…La oferta cultural es apabullante.

Quiero empezar recomendando este tipo de experiencias a todas aquellas personas que se dedican a la educación. Solo la posibilidad de asistir y participar en clases de otros compañeros y compañeras (algo que normalmente se nos sustrae en nuestra práctica cotidiana) y de compartir puntos de vista e historias ya merece la pena. Más si cabe cuando la experiencia viene enriquecida por otro marco cultural.

También me gustaría citar algunos compañeros y compañeras alemanes que han hecho todo lo posible por hacer de mi estancia una experiencia provechosa y agradable; me refiero al equipo directivo y, en particular, a Kristin, Markus, Reini, Mareike, Rihab, Alex, Yasmin y otros compañeros que me han invitado a asistir y participar en sus clases o con los que simplemente he podido intercambiar información y experiencias.

En esta reseña, me gustaría centrarme brevemente en el aspecto de las diferencias y coincidencias entre sistemas educativos, y en el tema de la digitalización de las aulas; pero más allá de los aspectos formales, quiero insistir en el aspecto humano. Docentes alemanes y españoles podemos coincidir en que nuestra profesión se está viendo sepultada día tras día por todo un escombro burocrático. Por desgracia, las amenazas a la educación también se han globalizado.

Un aspecto polémico, que en cierto modo determina todo sesgo ideológico en torno a la educación, es el de la diferenciación en distintas modalidades de secundaria y la selección del alumnado desde etapas tempranas, hecho que caracteriza el sistema educativo alemán (frente al nuestro). Mi estancia tuvo lugar en un Gymnasium, es decir, en una modalidad conducente a estudios universitarios.

Superados ciertos prejuicios que inevitablemente operan en la percepción de la realidad educativa española y de su sociedad y cultura en general, hay aspectos de nuestro sistema educativo que algunos compañeros alemanes han valorado positivamente: el hecho de que, en España, un docente de secundaria solo imparta, por lo general, una especialidad frente a las dos o tres de Alemania; que existan los departamentos didácticos; el número considerable inferior de horas lectivas; o la importancia y determinación de la acción tutorial.

Otro tema que coincidentemente centra la discusión en el ámbito educativo y que llena el discurso de políticos variopintos es el de la digitalización de las aulas. La pandemia ha acelerado este proceso y esto ha provocado que la administración ponga inusitadamente a disposición de los centros ingentes recursos TIC. Tuve la oportunidad de charlar sobre este punto con algunos compañeros. En general, existe una cierta resistencia al respecto, más allá de una asunción, por otro lado inevitable, pasiva y acrítica. He asistido a clases maravillosas en las que los alumnos eran protagonistas y en las que la profesora empleaba un proyector de transparencias; otras en las que el docente utilizaba sólo su voz y la pizarra. Poner una pantalla en un aula y dar una tableta a los alumnos no puede ser un fin en sí mismo. La digitalización sin más no es la panacea de la educación. Con otros docentes alemanes he tenido la oportunidad de charlar también en torno a qué intereses o grandes empresas, con su capacidad de influencia sobre la administración, están dirigiendo (si no imponiendo) este proceso en Alemania.

Por último, creo que, en general, (mi percepción no puede dejar de ser limitada), el docente en Alemania goza de un mayor prestigio y reconocimiento social que en España, así lo he percibido en el trato de alumnos y familias.

Todos estos temas y algunos más ha hecho de mi estancia algo que ya forma parte de mi vida profesional y que inevitablemente proyectaré en mi quehacer diario como profesor.

Para el próximo curso ya hemos planteado un intercambio entre centros (alumnos y profesores) y estudiamos otros tipos de colaboración. Quizás sea la oportunidad para seguir discutiendo aspectos sobre el hecho educativo y enriquecer nuestra profesión, sin duda la bella que existe.