Estancia profesional en Lycée des Territoires, un centro educativo perteneciente al Ministerio de Agricultura francés

Es siempre enriquecedor el intercambio docente. Más, si se produce entre países. Disfrutar de una de las estancias profesionales ofrecidas por el Ministerio de Educación y Formación Profesional es constatar que existen caminos diferentes que persiguen un mismo destino, observando otras formas de sortear problemas educativos comunes.

Mi nombre es Norberto Ortega Espigares, soy profesor del departamento de Dibujo del IES Montes Orientales de Iznalloz, Granada. Un centro público con educación secundaria obligatoria bilingüe, bachillerato y 3 ciclos de formación profesional. Ubicado dentro de la zona ERACIS y catalogado como centro de especial dificultad y difícil desempeño, que necesita del empeño del profesorado para sacar adelante a un alumnado diverso que, en muchos casos, es capaz de lo mejor. Además, formo parte del equipo directivo, lo que me impulsa a conocer diferentes maneras de liderar otros centros educativos. Y así hice durante las dos semanas de mi visita a Francia. Concretamente del 9 al 20 de enero de 2023 cogí mis bártulos y me planté en el pequeño municipio de Le Montat, para conocer los intríngulis educativos del país vecino.

El centro de acogida fue el Lycée des Territoires, un centro educativo perteneciente al Ministerio de Agricultura. Sí, ha leído usted bien. El Ministerio de Agricultura francés cuenta con una red de cerca de 200 Lycées agrícolas, distribuidos por todo el país, con la clara intención de ofrecer a los jóvenes una formación profesional que permita mantener activo el campo, poniendo en valor las zonas rurales. No es mala la idea.

El Lycée visitado, con unos 200 alumnos, está rodeado de espacios naturales y viñas en las que se integra una explotación vitícola denominada Domaine de Lacoste, gestionada por el propio centro. Esto permite integrar la formación del alumnado en un contexto laboral real que, sin depender de empresas externas, gestiona una explotación propia en la que el alumnado es participe de todo el proceso, desde la producción a la venta de vino, pasando por el desarrollo del currículo propio de la educación de esos niveles.

Estaba muy cómodo en mi centro de acogida, pero la curiosidad me corroía y me hacía  preguntarme: ¿serán muy diferentes los lycées pertenecientes al Ministerio de Educación y aquellos que pertenecen al Ministerio de Agricultura? Así que expresé mis dudas y, ni cortos ni perezosos, los compañeros del Lycée agrícola me organizaron una visita al Lycée Clèment Marot de Cahors, perteneciente al Ministerio de Educación francés. Et voilà.  Viajaba para comparar el sistema educativo español con el francés y, a la vez, me encontraba comparando los diferentes centros franceses entre sí. Esto evidencia una constante de (diría yo) todos los sistemas educativos: la diversidad. Diversidad de alumnado, organizaciones, profesionales y métodos. Encorsetar un sistema a un modelo es tan imposible como pretender que todos aprendamos del mismo modo. Y me agradó descubrirlo. Pero este texto debe ser breve, por lo que “vayamos al turrón”: ¿Qué ha llamado más mi atención durante la estancia?: Tres reflexiones:

Primera: Nuestra especialización es menos concreta: En España un profesor de secundaria puede abarcar hasta 6 niveles educativos (4 cursos de ESO + 2 Bach). En los Lycèes franceses solo 3 (en los agrícolas se suma 1 nivel más). Adaptarse a un rango de edad comprendido entre los 12 y los 18 años es todo un reto. El sistema francés, consciente de ello, lo ha mitigado.

Por otro lado, aquí  en España cualquier profesor puede desempeñar cualquier función (todos servimos para todo: desde dar clase hasta dirigir un centro, pasando por la gestión económica, de personal, la atención a la diversidad…). En Francia hay puestos más específicos. Para la dirección existe un concurso propio. Para la  gestión económica otro. El profesorado tiene su proceso específico. Existe también personal técnico que se ocupa, por ejemplo de la preparación de los laboratorios. Hay enfermeras/os escolares. También asistentes de educación que se encargan de ayudar en la tutorización del alumnado (…). Resumiendo: tras la estancia concluyo que en Francia se persigue una mayor especialización que en España.

Segunda: Los horarios. Son rotundamente diferentes. Las clases son de un máximo de 55 minutos. No acumulan periodos de más de dos clases seguidas. Los descansos se suceden. Sin embargo, y en mi opinión, la jornada es extremadamente larga para el alumnado. Por lo general tienen 8 periodos, a lo que se le suman 2 recreos cortos y un periodo de 2 horas para comer. Tantas horas de instituto (más el trasporte) me resultan excesivas. A cambio, el miércoles terminan a las 12:30 de la mañana. Una distribución que no afecta del mismo modo al profesorado, ya que su permanencia obligatoria es de 18 horas lectivas, sin guardias, aunque es cierto que suelen tener horas “vacías” entre clases, que aprovechan para reunirse, coordinarse, preparar material, atender a profesores visitantes o, simplemente, descansar. La administración francesa entiende que a cada hora de docencia le ha de corresponder una hora de preparación. 18 lectivas + 18 de preparación. Así completan el horario del profesorado.

Tercero. Ñam Ñam. La alimentación forma parte del sistema educativo. En todos los centros hay cocina y servicio de comedor. Esto facilita la jornada partida que, desde mi punto de vista, puede mejorar la atención del alumnado. Algo totalmente imposible en España mientras no se instalen cocinas en los centros educativos. Moriré sin verlo.

Y como es de bien nacido el ser agradecido, termino dando las gracias al Ministerio de Educación y FP por esta iniciativa y, por supuesto, a los profesores y profesoras que me han acogido del  Lycée des Territoires. Generosos y cordiales, su trato merece elogio. ¡Gracias!